Leí este artículo en este blog, y me pareció un buen resumen de un par de libros que leí hace tiempo y que analizaban el tema (tabú?) de la deuda externa argentina.
(El post es largo: todavía no me he puesto a investigar para saber cómo puedo sólo parte de un post con un link de «leer más» para seguir leyendo, pero es cuestión de tiempo)
Deuda Externa: ¿Qué pagamos?
La historia
Por Gabriel Martin (Investigaciones de Rodolfo Walsh)
Desde que asumió el gobierno, el presidente Néstor Kirchner abrió diversos frentes que le posibilitaron la acumulación de consensosocial, logrando un apoyo popular que no se reflejó en la primera vuelta electoral, que había ganado Carlos Menem con el 25% de los votos, y detrás de Kirchner se posicionó el hoy casi extinguido Ricardo López Murphy. Todo un sándwich de panes neoliberales.
Kirchner disparó su popularidad a las nubes, decapitando al Ejército, embistiendo contra la Corte Suprema hoy ya renovada, puliendo las fuerzas de seguridad, golpeando al menemismo y con una inaudita política reivindicativa de los Derechos Humanos. Pero hoy en el cuadrilátero están los primeros enemigos de peso. En un rincón, la Argentina, en otros dos rincones los organismos buitres (FMI, BM y el BID) y los fondos buitres (tenedores de bonos). En esta pelea va el futuro de la Argentina, y en cierta medida, el del gobierno. La Casa Rosada ofertó por los bonos en default una quita, mientras que con los organismos multilaterales de crédito se sigue «honrando» ladeuda. Pero, ¿hay que pagar?
El puntapié inicial
Se puede revisar la historia de buitres y traidores, en materia dedeuda externa, desde el empréstito del 19 de julio 1824 de la inglesa Baring Brothers hasta la fecha. El caso del primer endeudamiento de la Argentina tiene una impronta tan actual que asombra.
El crédito gestionado por Bernardino Rivadavia, y concretado en el gobierno de Las Heras fue por 1 millón de libras esterlinas (6 millones de pesos fuertes, moneda nacional) a una tasa de interés del 6% anual; pero llegaron a las arcas del Estado apenas 600.000 libras, quedando en el medio, en concepto de honorarios, comisiones y trámites varios, el 40% de la operación.
La deuda con la Baring fue cancelada recién en 1904, luego de años en que los ajustes para afrontarla implicaron la «reducción del Estado», mediante el despido de empleados y reducciones salariales bestiales. Cuando se canceló el empréstito, durante la presidencia de Julio Roca, Argentina había pagado 4.800.000 de libras, ocho veces el dinero recibido. Similar a lo que pasaría con toda la deuda en los últimos 28 años. Los negociadores argentinos ante Londres fueron Félix Castro, y los ingleses Juan y Guillermo Parish Robertson. Ingleses que negocian con ingleses con la Argentina en el medio. No iba a ser la primera vez.
En la disparada de la deuda actual, los operadores eran de nacionalidad argentina, pero respondían directamente a intereses contrarios a los de la patria. En la última Dictadura, José AlfredoMartínez de Hoz era un ministro de Economía que obedecía las órdenes de la ortodoxa escuela liberal de Chicago y a la familia Rockefeller.
En esa dictadura, Domingo Felipe Cavallo nacionalizó la deuda privada arrojándosela por la cabeza a todos los argentinos, y luego gestionó más endeudamientos en la presidencia de Carlos Menem y Fernando De laRúa. Hoy está refugiado en Washington dando clases.
José Luis Machinea, quien estuvo en el Banco Central durante el gobierno de Raúl Alfonsín, y cuando fue ministro de Economía de De laRúa acordó el escandaloso Blindaje Financiero; escapó a Washington asilado en el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) con una oficina y sueldo de 10.000 dólares: hoy trabaja en el CEPAL.
Daniel Marx, secretario de Finanzas del Ministerio de Economía, se jactaba en el 2001 de seguir cobrando comisiones mensuales del estudio Brady, por el plan económico homónimo, que desdibujó toda línea divisoria que servía para determinar qué parte de la deuda correspondía a gobiernosciviles, y cuál a la Dictadura. El enemigo también se sentaba en nuestro lado del mostrador.
Cuando Juan Domingo Perón asume la presidencia en 1946, el país debía al extranjero unos U$S 3.500 millones (M). Cuando en 1955 partió a su largo exilio, Perón dejaba en U$S 1.500 M en reservas, sin deuda alguna, y con una balanza de pagos favorable para la Argentina.
En 1956, la dictadura de Aramburu y Rojas suscriben a la Argentina al FMI, que ya tenía doce años de vida y Perón lo había gambeteado. En ese año el Club de París nacía como organismo internacional de crédito. Su conformación no había sido producto de la reconstrucción de la Europa de posguerra, sino que como el dulce de leche, fue un invento argentino: el 16 de mayo de 1956, Argentina contrajo allí una deuda por U$S 500 millones, siendo la primer operación del organismo que conglomeraba entonces a Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Suiza, Noruega, Suecia, Dinamarca, Austria y las destruidas Alemania, Italia, Holanda y Bélgica. Queda aún por pagarle un préstamo de U$S 1476 M, del 19 de septiembrede 1991; y otro por U$S 2.700 M del 22 de julio de 1992. Al FMI, al Banco Mundial y al BID, supuestamente se le debe la bolsa y la vida.
«Es la economía, idiota»
Perón había dicho que era imposible lograr la justicia social y la soberanía política si antes no se lograba la independencia económica. También dijo que era capaz de cortarse una mano antes de tomar un crédito de los organismos multilaterales, tan buitres como cualquier fondo de inversión. El 9 de junio de 1974, Perón murió, y en 1987, profanaron su tumba y le cortaron las dos manos. Nada más premonitorio.
La presidente María Estela Martínez (Isabel), viuda de Perón, comenzó tomando un crédito de U$S 6.000 M. Por aquel entonces, cada argentino debía U$S 320, y al 24 de marzo de 1976, la deuda externa era de U$S8.280 M. Cuando la Dictadura se retiró, Argentina debía U$S 45.087 M, nacionalización de la deuda privada mediante, por obra y magia de sus espaldas.Así nació la deuda externa que hoy jaquea al país. La Dictadura y las siguientes administraciones civiles no hicieron más que profundizar el infinito espiral de endeudamiento.
Las cuentas que no dan
Desde 1976 a la fecha, la deuda externa se multiplicó por 22. Y las cuentas de una deuda tomada por un gobierno dictatorial, lo cual basta para declararla ilegítima, no cierran. De 1976 a 1982, la deuda creció en U$S 36.807 M. En el mismo lapso, Argentina pagó amortizaciones e intereses de ladeuda por U$S 30.281 M. Si se aplica la más elemental de las matemáticas, la deuda contraída en ese período sería de 6.526 M. Pero no siempre uno más uno es dos: Alfonsín llegó a la Casa Rosada y pese a los pagos realizados, la deuda era de U$S 45.087 M. Se pagaron U$S35.436 M, pero la deuda creció casi en un 50% entre 1983 y 1989, y cuando dejó la presidencia, Argentina debía U$S 65.256 M.
Y vino la frutilla del postre con la década menemista, Cavallo como ariete y el auge de las relaciones carnales: durante la presidencia de Carlos Menem, Argentina pagó al exterior U$S 115.637 M, y pese al ingreso de divisas por las privatizaciones, entregó el poder a De la Rúa con una deuda de U$S 147.881 M.
Con De la Rúa, en dos años de gobierno, se contrajeron otros U$S40.000 M (millones) de deuda y en su primer año como presidente, giró pagos por U$S 31.369 M, poco más de lo pagado por toda la Dictadura, poco menos que en todo el mandato de Alfonsín.
En limpio, la deuda de hoy es de U$S 185.000 M, y en el período 1976-2000, Argentina pagó 212.280 millones de deuda [1].
El pago de la deuda es una descomunal transferencia de riqueza producida en el país hacia el extranjero. A medida que se incrementa el endeudamiento con los países de Europa y EE.UU., estos dan nuevos préstamos con esos mismos fondos.
En los años de la Dictadura, según suaves cálculos del Banco Mundial, se fugaron de la Argentina más de U$S 38.000 M y a continuación, el gobierno de Alfonsín se endeudó en U$S 18.353 M: el dinero que sale, vuelve como préstamos a tasas usurarias. Mientras tanto, la «burguesía nacional» de la patria financiera de Martínez de Hoz, endeudada hasta el cuello, recibiría el regalo de Cavallo estatizando sus privadas deudas.
Sólo las ganancias se privatizan, las pérdidas se socializan: el Estado se hizo cargo de unos U$S 14.000 M que debían las sucursales argentinas de Renault, Ford, Mercedes Benz, Citibank, Chase Manhattan Bank, Bank of America, Crédit Lyonnais, Bank Boston, Société Générale y el Deutsche Bank. Cuando finalizó la Dictadura, el Banco Central declaró no tener registro contable sobre la deuda externa pública, por lo que el Estado, de ahí en adelante, se tuvo que basar en las declaraciones de los acreedores.
El FMI fue condicionando su «ayuda» a reestructuraciones estatales y exigiendo privatizaciones. En el caso argentino las privatizadas entre 1990 y 1992, se subvaluaron y el Estado perdió por lo menos U$S 85.000 M. Aerolíneas Argentinas es todo un emblema: no era deficitaria y se vendió a la española Iberia por U$S 130 millones: sólo el derecho a las rutas aéreas de la aerolínea de bandera valían U$S 800 millones, y se pagó un valor simbólico de $1.54 por cada Boeing 707.
En 1985, Fidel Castro denunció que Latinoamérica está financiando la economía y el desarrollo de los países industrializados más ricos del mundo [2]. Entre 1981 y 1985, América Latina había pagado cerca de U$S 170.000 M, equivalente a más de dos veces el Plan Marshall que se le dio a Europa para que se reconstruya luego de la Segunda Guerra Mundial [3]. La deuda externa de América Latina hoy llega a los U$S 800.000 millones.
Juicio a la deuda
El periodista Alejandro Olmos denunció la ilegitimidad de la deuda externa en 1982. En 1985 Alfonsín disolvió la comisión parlamentaria que debía estudiar y expedirse sobre su ilegitimidad. Desde enero de 2004, EE.UU. pide una quita del 90% de la deuda de Irak por haber sido tomada por un gobierno dictatorial [4]. La causa judicial terminó recién en el año 2000. Se habían investigado a los responsables económicos de la dictadura así como a directivos de las empresas cuyas deudas habían sido estatizadas. Por la prescripción de los diversos delitos, nadie fue preso, pero la sentencia del juez federal Jorge Ballestero, marca al menos 400 ilícitos.
Se destacan las siguientes sentencias: El FMI apoyó activamente a la dictadura, proporcionándole uno de sus altos funcionarios, de nombre Dante Simone. La Reserva Federal (de Estados Unidos) sirvió de aval ante los de ese país para que presten dinero a la dictadura, siendo además intermediaria en varias operaciones del BCRA. La Dictadura permitía a los capitalistas argentinos colocar en el extranjero, entre 1978 y 1981, más de U$S 38.000 M. Aproximadamente el 90% de los recursos provenientes del endeudamiento de empresas públicas y privadas y del gobierno, fueron transferidos al exterior en operaciones financieras especulativas. Empresas públicas como YPF han sido sistemáticamente puestas en dificultades.
El régimen de transición «democrática» que sucedió a la dictadura, transformó la deuda de empresas privadas en deuda pública de manera totalmente ilegal. Los responsables condujeron las operaciones en condiciones de verdadera clandestinidad, sin rendir cuenta alguna. En la deuda figuran U$S 4.000 M ya cancelados que se computan como «impagos».
Las conclusiones del fallo son por demás elocuentes: «La deuda externa de la Nación ha resultado groseramente incrementada a partir de 1976 mediante la instrumentación de una política económica vulgar y agraviante que puso de rodillas al país, que tendían, entre otras cosas, a beneficiar y sostener empresas y negocios privados en desmedro de sociedades y empresas del Estado, que a través de una política dirigida, se fueron empobreciendo, lo cual se vio reflejado en los valores obtenidos en las privatizaciones».
Ballestero expidió incompetencia en la materia y remitió el expediente al Congreso, único poder capaz de tratar el tema. Pero, allí se esquivó el tema y todo quedó archivado en algún desconocido cajón.
Cavallito liberal
El «superministro» de Menem y De la Rúa, Domingo Cavallo, fue designado por el dictador Reynaldo Benito Bignone al frente del Banco Central el 2 de julio de 1982. Le bastó quedarse hasta el 25 de agosto para licuar los pasivos de los privados endeudados e intervenir en la estatización de la deuda privada a través de los seguros de cambio [5]. Este traspaso de la deuda privada al Estado, en su primer año implicó un monto equivalente al 12 por ciento del PBI, y siguió hasta 1984, cuando ya estaba Alfonsín en el gobierno [6].
En 1992, Cavallo recibió el premio al «economista del año». Entre los ilustres empresarios que asistieron a la gala, estaban además de Carlos Menem, Henry Kissinger, David Rockefeller, José Alfredo Martínez de Hoz, y el vicepresidente del First Boston Group, [7]. Este último era intermediario del Plan Brady, y se reencontraría con su amigo Cavallo cuando llevaron adelante el Megacanje durante el delarruismo.
En diciembre del 2000, De la Rúa mandó al Congreso el presupuesto del año siguiente que implicaba que el 20% de los gastos del Estado, precisamente U$S 11.143 M, saldrían en pago de la deuda. Al mismo tiempo Machinea cerró Blindaje Financiero que implicaba un «préstamo» del FMI, el BID, el B.M., AFJP, bancos privados y el gobierno español por U$S 32.700 M, más otros 7.000 M en canje de bonos. El plan fracasó a los dos meses y en marzo de 2001 Machinea renuncia. Ricardo López Murphy asume, aplica un terrible ajuste en el estado (especialmente en educación pública) y a los pocos días debe abdicar.
Al asumir, de forma casi inmediata, Cavallo acuerda con su amigo Mulford el Megacanje: un rescate de U$S 28.144 M en bonos, canjeados por nuevos títulos por 30.401 M, refinanciando la deuda con un crecimiento de 2.257 millones. También se canjeaban bonos del Plab Brady, en el que había intervenido Mulford y el viceministro de Cavallo, Daniel Marx, que tenían una tasa del 6% anual, por bonos nuevos al 12%; y se pagarían intereses anualmente por U$S 3.677 M. La comisión por la operación del Megafraude en beneficio de Mulford, y muchos dicen de Cavallo, era de 150 millones de dólares. Todo por cambiar unos papeles de cajón a cajón.
Pero la oligarquía no se contentaba con todo este bochorno. En septiembre de 2001, se calculaba que la deuda externa privada era de U$S 61.839 M. Franco Macri, por entonces concesionario del Correo Argentino, dijo sin empacho: «Deberían tomarse medidas drásticas, como por ejemplo, estatizar toda la deuda privada» [8].
La reestructuración
El principal problema de la deuda externa es la atomización de los bonos, en manos de fondos o personas no identificadas. No es lo mismo tener que negociar con tres o cuatro grandes acreedores, a tener que salir a buscar por el mundo a decenas de miles.
La deuda, en 1989, estaba compuesta por un 61% a los bancos, casi el 30% a organismos multilaterales, y el 10% estaba en manos de tenedores individuales. Nicholas Brady, hombre de finanzas, entabló relación amistosa con Daniel Marx, el eterno negociador de deuda argentina. La rosca llegó a «buen puerto» el 5 de diciembre de 1992, cuando William Rohdes viajó a la Argentina para firmar el Plan Brady con Carlos Menem al día siguiente, y fue agasajado en la estancia Villa María, de Raúl Moneta, junto al propio ex presidente Menem, Domingo Cavallo, Roque Fernández, Emilio Cárdenas, Handley del Citibank, y Carlos Marx, quien se convertiría en socio del mismo Brady años más tarde.
La deuda en ese momento era de U$S 59.000 M. El negocio era tomar de ese monto 29.900 M y refinanciarlos con nuevos bonos, gracias a lo cual los bancos lograron transferir casi la totalidad de sus bonos a tenedores particulares, sacándose de encima el riesgo del default argentino, aunque en muchos casos, los anónimos o fondos buitre no son otra cosa que testaferros de los bancos; y especialmente, los bonos que cotizaban a un 18% de su valor, eran canjeados por el gobierno de Menem por nuevos títulos al 100%. Alfredo Calcagno calculó que ante la cotización del 18%, con U$S 5.500 M se podían recomprar los títulos emitidos por U$S 30.000 M, y así repatriar la mitad de la deuda externa.
El 19 de febrero de 1993, Carlos Menem le otorgó a Rohdes la condecoración de la Orden de Mayo [9], y el 24 de agosto de ese año le dan a Brady la medalla de la Orden del Libertador, gracias al plan ideado por él y su socio comercial Daniel Marx. La deuda estaba ya atomizada por el mundo.Desde el 2000 y hasta la caída de De la Rúa, el gobierno emitió bonos a diestra y siniestra, dispersando aún más la deuda, siempre y como antes, con la supervisión y visto bueno del FMI y Washington. El festival de bonos emitidos por la (mala) administración de De la Rúa, tan sólo en Italia desparramó títulos entre más de 430.000 tenedores, entre ahorristas particulares y fondos de inversión.
A Néstor Kirchner le tocó la impostergable tarea de enfrentar el problema de la deuda y buscar una salida lo menos ensangrentada posible. El 22 de septiembre de 2003, Argentina propone en Dubai, India, la oferta de pagar hasta el 25% los bonos privados en manos de ahorristas y fondos especulativos. Es decir, Argentina propuso la quita del 75% sobre los U$S 78.000 M en bonos. Por otro lado, la mancha negra de Kirchner es la compensación a los bancos por la pesificación asimétrica de enero de 2002, que afectó a todos, pero según está contemplado en la Ley del Presupuesto 2004, se transferirán $50.054 M, dinero del Estado (todos) a la banca [10], que amasó fortunas en los ’90.
Mientras tanto, los alemanes Horst Köhler y Anne Kruegger, ex director y actual titular del FMI disparaban contra el proyecto de quita, en perfecta sincronía con los sicarios del capital transnacional en nuestro país, encabezados por López Murphy, Manuel Solanet, Juan Alemann y demás piratas.
Los países que más presionan para que Argentina pague esta deuda fraguada, son los miembros del G-7. Se destacan por su virulencia Alemania, Italia y Japón. Casi la mitad de los bonos en default están en manos de empresarios argentinos que especulan con el enfermo apostando a la hora de su muerte. Los tenedores extranjeros tienen U$S 45.000 M en bonos defaulteados en diciembre de 2001, mientras que fronteras adentro, los timbeadores acaparan los 33.000 millones restantes. El resto de la deuda está diseminada en U$S 14.000 M del FMI y otros 20.000 millones entre el BM y el BID, y diversos créditos con la banca extranjera.
Estados Unidos no está con la alarma en rojo porque apenas tienen un 3% en bonos del Tercer Mundo.Entonces, ¿por qué la cabeza del FMI presiona a favor de los bonistas? Muchos bancos tienen bonos argentinos a nombre de fondos testaferros. Y el listado de los operadores de estos bonos son elocuentes. Köhler y Kruegger, alemanes, extorsionan a la Argentina en nombre del Drensder Bank; el Deutsche Bank; el Bankers Trust (frente bancario llamado Deutsche Bank Trus Company Americas); y el ABN Ambro Bank, todos asentados en Frankfurt, capital de la timba financiera alemana.
La presión italiana es básicamente por la Banca Profilo de Milán, y Japón presiona en el G-7 como ventrílocuo del Bank of Tokio Mitsubishi y el Shinsey Bank. El eje Alemania-Japón-Italia se reencuentra luego de la Segunda Guerra.En Economía, tienen identificados a los tenedores de bonos desperdigados de la siguiente manera: de todos los títulos en cesación de pagos, capitalistas argentinos tienen el 38.4%, el 15.6% están los italianos con más de 13.000 millones de euros, en Suiza poseen el 10.3%, EE.UU. el 9.1%, el 5.1% está en manos alemanas y el 3.1% son tenedores japoneses; desperdigados por el resto del mundo hay un 5.4%, y fondos no identificados poseen el 12.8% de la deuda, que sumado a los depositados en Suiza, se acumula un 23.1% de la deuda en fondos buitres y testaferros de la banca alemana, italiana y japonesa.
En el período Kirchner, pese a los pagos realizados que serán cerca de U$S 10.000 M, más refinanciaciones y sin contar los bonos en default, la deuda pasará de U$S 92.094 millones a U$S 93.393 M. Hoy la deuda que se paga equivale al 105% del PBI.
¿Los lobos cuidan corderos?
Por exigencia del FMI, Argentina debió conformar dos sindicatos de bancos, uno extranjero y otro nacional, para renegociar los bonos declarados en default en el 2001, con los tenedores del exterior y los nacionales respectivamente. El 10 de febrero de 2004, el Ministerio de Economía comunicó que el sindicato bancario, que de lograr la renegociación se llevará una comisión de175 a U$S 400 M, está conformado por el estadounidense Merrill Lynch; la Unión de Bancos Suizos (UBS Investment Bank); y Barclays Bank Ltd. de Gran Bretaña. Deberán renegociar 152 series distintas de bonos, realizados en 7 tipos de monedas y bajo 8 legislaciones diferentes.
Y se empezó con el pié izquierdo: Barclays Bank fue el principal acreedor de deuda pública y privada durante la dictadura 1976-1983. Merrill Lynch fue elegida por Menem para tasar el valor de YPF. El banco estadounidense redujo inmediatamente el 30% de las reservas petroleras para bajar el valor antes de su venta.De los integrantes de la banca nacional, sindicato compuesto por el Nación, Galicia y Francés, no sobran flores. En medio del proceso de la negociación del Megacanje, Cavallo recibió un crédito del Banco Galicia por U$S 556.000 , y otros U$S 204.000 para su partido Acción por la República. Llamativamente, en meses previos figura un depósito que Cavallo hizo en el exterior por U$S 780.000 [11]. Y el Galicia no está al margen del prontuario de antecedentes en la fraguada deuda nacional: entre los 15 principales deudores privados, cuyos compromisos fueron estatizados, el Banco Galicia se ubicaba en el décimo lugar con U$S 400 M. Este puñado de empresas, en 1983 representaban el 40% del total de la deuda privada [12].
La oferta
El Gobierno ofertó más que generosamente un pago del 25% de los bonos a quienes, jugando a la lotería, compraron esos títulos al 10 o 15% de su valor. En el peor de los casos, tendrán una ganancia del 70%, y aquellos que los compraron por el piso ganaran un 150% del dinero real «invertido».En Italia, el ministro Humberto Bossi, líder de la Liga del Norte, cargó las responsabilidades contra los ancos: «Colocaron los bonos conociendo los riesgos, pero eludiendo informar a los ahorristas, con el objetivo de aligerar sus carteras de bonos argentinos» [13].
En los mismos días, bonistas alemanes fueron a tribunales para cursar embargos sobre bienes argentinos como aconteciera ya en EE.UU., pero se encontraron con la sorpresa que el juez les dijo que se vayan a quejar a los bancos que los engañaron y les ocultaron el peligro de comprar papeles emitidos por Machinea y Cavallo, estando a un paso de la quiebra. De hecho se sentó como precedente en Frankfurt, donde un banco fue sentenciado a indemnizar a un bonista por haberlo mal asesorado escondiendo información [14].
De todos modos, el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, y Eduardo Borenstein, del Departamento de Investigaciones del FMI, comenzaron a esbozar un nuevo bono atado al crecimiento del país [15], que pagaría más o menos de acuerdo al crecimiento del PBI. Esto dejaría el esquema tal cual está, ya que el crecimiento sería pagar más y no reinvertir más en el país. Distinto sería proponer un bono atado a la inversión, el cual «permite mejorar la capacidad de cobro sobre la base de mejoras en la productividad, y que el repago de la deuda se vincule a la inversión, genera incentivos a la no fuga» de divisas [16].
Alegremente, Mariano Grondona escribió en La Nación que para mostrar «buena fe», el gobierno podría ofertar a los organismos multilaterales el pago del 4.5% del superávit primario, en vez del actual 3%. Desconoce el académico periodista-operador, que un punto del PBI equivale a todo el gasto social para desocupados, o a todo el salario docente de un año, o como explicó Eric Calcagno, «20 veces la inversión en investigación que hoy hace el Estado». Desde la comodidad de una quinta en San Isidro es fácil jugar con los números, sin ver que en cada decisión se decide la vida y la muerte de los desnutridos del Gran Buenos Aires, Salta, Misiones o Formosa.
La calle o el cadalso
La reestrucuración es sólo una herramienta táctica, sobre la que hay que ir a fondo, pero si no hay un proyecto de país, industrial y productivo, con o sin deuda, el infierno es inevitable, y viviremos con este mismo modelo productor de materias primas, igual que aquel de los años de la colonia. La renegociación que se hace con los bonistas, deberá en algún momento ser encarada con los propios organismos. Y el propio presidente lo sabe. Kirchner ha acusado al FMI y demás escuadrones del terror supranacionales, como cómplices del desastre, y que deberían cargar con sus culpas en los números concretos. Pero ante esta situación no se puede jugar al vanguardismo infantil de supuestas agrupaciones que se definen de «izquierda revolucionaria» y exigen la ruptura total con estos organismos. Tales decisiones sólo pueden ser tomadas según las relaciones de fuerza en pugna, y la debilidad argentina es extremadamente delicada.
Pretender que con cerrar los ojos dejarán de existir entes conocidos como «FMI», «Banco Mundial», o «Estados Unidos», no deja de ser entrañable, pero nada más lejos de la realidad.
Es deseable que en futuro más inmediato posible Argentina pueda despegarse de esta red donde las finanzas es el arma y la política el momento de jalar el gatillo. Pero un país que tiene comprometido más del 150% de su PBI en deuda, guste o no, no es capaz de enfrentar a toda la banca internacional y sus fondos buitres, y a estos organismos que actúan como embajadores de Washington. Por ahora, ante el frente del FMI, la Casa Rosada sigue las lecciones del milenario Arte de la Guerra: «si tu enemigo es más fuerte, elúdelo». Deberá, si realmente está al servicio del pueblo, plantear una revisión de la deuda ilegítima que hoy religiosamente se sigue «honrando» con fidelidad ortodoxa. Hasta el propio Cavallo considera que el FMI debería resignar dinero, y que en esta crisis «el Fondo la está pasando demasiado bien» (Burgo, Ezquiel, ¿Cavallo critica el acuerdo con el Fondo?), [17].
Conclusiones
El surgimiento del proceso de endeudamiento de los países periféricos de las potencias capitalistas corresponde a la lógica histórica del movimiento del capital financiero hacia la concentración como “el pasaje histórico del capital monopólico en la sociedad burguesa”.
El proceso de concentración del capital financiero ya anunciado por Lenin , confirmó esta tendencia histórica y ya entrada la segunda mitad del s.XX, el mismo no dudó en imponer gobiernos democráticos que le garanticen el control de los resortes esenciales de la economía, o dictaduras que repriman salvajemente las resistencias populares para desembarcar con los capitales y afectar toda la vida política, económica y social de la Nación, como lo hiciera desde 1955 hasta la retirada de 1983.
Los gobiernos formalmente democráticos, o “administraciones civiles del Estado” se mostraron, o incapaces o cómplices sobre esta tendencia de creciente dependencia. A partir de 1983 hubo por lo menos incapacidad declarada, y a partir del menemismo, complicidad descarada. Luego del estallido de diciembre de 2001, los sucesivos gobiernos buscaron administrar suavemente esta tendencia al saqueo financiero. La permisividad del ingreso de capital financiero por parte de un país dominado, como Argentina, “contribuye para desarrollar el modo de producción capitalista” en beneficio de los países dominantes.
En febrero de 2005 Argentina terminó el canje de bonos, esto es, deuda vieja por emisión de deuda nueva en tres tipos de bonos para emprolijar la deuda, con una aceptación del 76%, y el Gobierno se mostró sorprendido porque no hubo un festejo popular, según trascendió en los medios.Creyendo el cuento oficial, esto es, que la quita es la que se vocifera desde y para las tribunas, los argentinos deben el 85% del total de la producción de un año a los bonistas y organismos financieros: esto es, un obrero que gana $500 por mes, le debe al jefe $425 y se supone que con el resto debe vivir.
A partir de la fecha, considerando un crecimiento normal y optimista del PBI, cercano al 5% anual , el Estado (los argentinos) dispondrán sólo del 2% mientras que el 3% restante está afectado a “honrar la deuda”, y si el superávit es del 3%, el FMI se lleva nuevamente la bolsa entera de una deuda ilegal. Para colmo, en la construcción de un “país en serio”, la recaudación del Estado sigue basada en un modelo exportador de materias prima (especialmente grano e hidrocarburos) que representa el 80% del PBI, y altísima presión impositiva sobre el consumo masivo, sin discutir la redistribución de la riqueza que se sigue concentrando en las grandes corporaciones como Repsol-YPF que declaró en 2004 un crecimiento del 40%.
Los bonos nuevos emitidos por la administración Kirchner se ajustan por la inflación interna, y la quita “en términos de la moneda norteamericana, la deuda final que deberá pagar el Estado bien podría aproximarse al 80 o 100% del valor original que tenía la deuda en default” mientras que para favorecer a la burguesía “nacional” dependiente del capital financiero transnacional, el Banco Central sale a comprar dólares diariamente pese a que éste se devalúa constantemente, para garantizar la tasa de ganancia de las corporaciones con capacidad de exportar.La conformación del sindicato de bancos que debían “renegociar” la deuda defaulteada es escandalosa en cuanto ya tenían injerencia en la creación de la deuda externa argentina y ahora se pretendía que los mismos personeros actúen en beneficio de la Nación.
En tal sentido, Jorge Altamira considera esto como una “capitulación” de Kirchner y Lavagna, pero esta caracterización es errónea: para capitular hay que ser derrotado en una confrontación y en este caso esta no existió realmente. Kirchner viajó en enero de 2004 a España para una renegociación jugosa a favor de las privatizadas españolas y Francia exigió el mismo trato.
La confrontación hubiese implicado una serie de medidas concretas contra el capital financiero, pero esta no existió: en dos años de gobierno Kirchner permitió la fuga de capitales por U$S 25.000 M, con un deterioro salarial en dólares del 60% a la par que los nuevos bonos, que supuestamente tenían un valor de sólo el 25% de los defaulteados, estos ya se habían revalorizado en un 50% : entre no cobrar nada por papeles quebrados y cobrar hay una abismal diferencia.
En dos años, la deuda creció en U$S 20.000 M y para marzo de 2005, a pocos días de efectivizado el canje de bonos, por ajuste del CER, en apenas un mes la deuda volvió a crecer en U$S 724 M, equivalentes al pago de un mes y medio de 3 millones de jubilados y pensionados y por ajuste de inflación, calculada para el 2005 en 10%, la deuda crecerá sin pedir préstamo alguno en U$S 5.000 M, empujados también por la depreciación del dólar y el crecimiento de la deuda en pesos.La política monetaria del BCRA coordinada con el Estado, responde a la lógica de la clase a la que éste representa.
Luego de la ficticia convertibilidad del 1 a 1, el gobierno de Kirchner deroga diariamente más de 10 millones de pesos para mantener una nueva convertibilidad, esta vez 3 a 1 respecto al dólar, en un claro reacomodamiento en beneficio de la burguesía vacuna y los intereses petroleros que exportan el barril de crudo a precio récord en dólares y paga salarios en pesos subvaluados a la fuerza.En tal sentido, puede verse quién respaldaba esta “cruzada” kirchnerista: publicado en Clarín el 1º de noviembre de 2003, “para mostrar el unánime respaldo empresario a la renegociación de la deuda estuvieron la gran banca (los nucleamientos de los bancos extranjeros y los privados nacionales) los monopolios de la industria (aglutinados en la Unión Industrial Argentina), las cadenas comerciales, los pulpos de la burguesía terrateniente (de la Sociedad Rural Argentina) y las privatizadas” .
Kirchner no estuvo rodeado por los obreros de empresas recuperadas ni trabajadores desocupados, claro está.Por último, manteniendo los canales de este tipo de democracia, el gobierno de Kirchner tenía otras alternativas si realmente pretendía defender los intereses nacionales: 1) Elevar al Congreso la evaluación de la deuda externa real de la ficticia y determinar cuantas veces de más se pago la primera; 2) Presentar ante la Corte Suprema la validación del fallo favorable de la “Causa Olmos” que probó la falsedad de la deuda; 3) Dejando de lado la retórica confrontativa, el Gobierno podía convocar a un referendo nacional para que sea el pueblo quien decida en última instancia quien decida directamente su destino y qué rumbo político hubiese elegido. El gobierno no hizo nada de esto, volvió a arrojar niebla sobre una deuda perteneciente a la burguesía que fue nacionalizada por Cavallo durante la Dictadura, convalidada por el gobierno de Alfonsín, vuelta a licuar por el menemismo, pesificando la deuda externa de los monopolios con Duhalde-Lavagna (sólo el Grupo Clarín debía U$S 4.500 M y pasó a misma cantidad en pesos y haciéndose cargo el Estado del 33.3% restante), y reactualizada con el canje de Kirchner-Lavagna. Y Kirchner llegó a decir que cuando concluyera el canje, lo iban a terminar comparando con José de San Martín.
NOTAS:
[1] Toussaint, Eric, Crisis financiera en Argentina: ¿el origen de la deuda?, s/d, 09/01/02.
[2] Fidel Castro, 21/03/85.
[3] Cepal, Informe Anual, 1985.
[4] Página/12, 26/02/04.
[5] Varela, Luis y Zicolillo, Jorge, «Domingo en el purgatorio», BEAS, 1992.
[6] Galasso, Norberto, De la Banca Baring al FMI, Colihue, Buenos Aires, 2002.
[7] David Mulford Página/12, 16/12/92.
[8] Macri, Franco, Clarín, 24/10/01.
[9] Clarín, 20/02/93.
[10] Cafiero, Mario, ¿Deuda Externa, ahora o nunca?, El Descamisado, Buenos Aires, feb-2004.
[11] Bossi, Jéssica y Straccia, Jairo, «Entre ceja y ceja», Segundo Enfoque, Buenos Aires, nov-2001.
[12] Galasso, Norberto, op. cit.
[13] Clarín, 14/02/04.
[14] Mercado, 23/02/04.
[15] Clarín, 16/02/04.
[16] Leyba, Carlos, «Quijote es el que promete lo imposible», Debate, Buenos Aires, 13/02/04.
[17] El Economista, Buenos Aires, 19/09/03.
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