No neutral editors

One’s expectations of fairness and fullness have transferred from editors and producers and their products to engineers and developers and their products. The trick, this time around, is that these products are designed in such a way to reflect such expectations back to the user: we are persuaded that our feeds are our fault, which minimizes the systems through which they are continuously created. (Don’t blame us! Your feed is made of your choices. Choices you make within a framework that we’ve built!) Neutral editors or publications were always an illusion. They’re people, or made of people! Neutral feeds are an even trickier one. They’re the products of systems. Systems designed by people.

Access Denied, by John Herrman

The nerd factor

Computers are so fascinating, in and of themselves, that it is easy to get so absorbed in the minutia of their operation that you forget what you started to use the computer for in the first place.

[…]

The seductive thing about the computer is that it presents many interesting puzzles for which there is always an answer. And if you work with it long enough and hard enough, it will always reward you. Most of life is not that way. Rewards are uncertain; you never have complete control. And so it becomes tempting to concentrate on the area where you do have control, the computer and its contents, to the exclusion of everything else. Neither academics nor journalists can afford to become that narrow. The computer needs to be kept in its place: as a tool to help you toward a goal, not as the goal itself.

From «Precision Journalism: A Reporter’s Introduction to Social Science Methods», by Philip Meyer

La Red Innova desde el backstage

Desde hace 2 meses soy parte de la organización de La Red Innova, un evento de tecnología e innovación que se presenta como el equivalente en el ámbito iberoamericano a TED y los Web2.0 expo en USA o LeWeb y DLD en Europa. Me llamó Pablo Larguía cuando ya habían empezado a trabajar hacía algunos meses, y me ocupé de la gestión y coordinación de la web y de la comunicación online, aunque al final todos fuimos un equipo muy participativo que aportó para la mayoría de las decisiones.

Para mí, que me interesa la tecnología pero no tanto desde el lado puramente técnico, sino desde el lugar donde ayuda a la comunicación y a la difusión de información y por ello interviene en el devenir social, ayudando a formar comunidades en torno a proyectos, éste ha sido un trabajo fascinante en el que desde luego he dejado muchas más horas de las previstas.

Han sido 60 días de literalmente no parar: la meta era un gran proyecto que estaba en la mente de Pablo y del que ya me había hablado hace un año una tarde de calor en un Giangrossi. Eso que transmitió a su equipo con su entusiasmo característico, tenía que hacerse realidad. No era fácil y sólo respiré después de las primeras horas del evento, cuando vi que todo rodaba y que todas aquéllas jornadas invertidas se notaban en esos momentos.

Estuve la mayor parte del tiempo justo detrás del escenario, en la parte de controles de audio y vídeo, y me perdí el hilo de la mayoría de las conferencias, pero tenemos el material grabado y en algún momento las veremos online. Tengo ganas de contar mil cosas más sobre el backstage, los speakers, los días previos y cómo se gestó cada detalle, pero quedaría un post demasiado largo.

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Siento mucha gratitud por haber trabajado con unas personas maravillosas, tanto el equipo al que me incorporé de Pablo (Pedro, Viviana, Inés, Sandra y Gabriel) como la gente que llamé y que hizo un trabajo excepcional: Eduardo y Manu de Hipertextual, Debbie Greenberg, Silvina Monge, Miguel Ángel Moro, Dithern. En mi lista de agradecimientos no puede faltar Mariano Amartino, que es una persona con un corazón gigante y muchas personas más que no alcanzaría a nombrar: los que nos dieron su crítica y sus opiniones, los que supieron entender que no estuve disponible para otros temas, los que simplemente nos dijeron enhorabuena, y los que nos tuvieron la comida preparada en casa cuando llegábamos tarde.

Ha sido un gran proyecto y lo mejor de esto es que recién empieza, el año que viene la cita también será en Madrid.

Foto: Rubén Díaz Alonso

Nota: Tengo el correo lleno de cosas por hacer así que si alguien está esperando respuesta a algo no extremadamente urgente les pediré perdón y que por favor esperen unos días más.

Ovejas eléctricas

¿Y si soñar con tecnología pudiera ser el disparador de las posibilidades negadas por otras épocas, por otros siglos, por una educación que exigía reglas y objetivos para cada una de las cosas que planeábamos? ¿Y si el dinero dejase de ser un fin? ¿Y si las redes y los bits también vinieron a mostrarnos que los límites y prejuicios están en nuestras mentes ochenteras? ¿Nos atreveríamos a soñar con ovejas eléctricas?

Extreme Sheep LED Art (via BaaaStuds)

Lo ví en Mala Mujer

No necesitamos periódicos, necesitamos periodismo

Clay Shirky, escritor, consultor y profesor norteamericano, dedicado a analizar los efectos económicos de la tecnología desarrollada en internet y el futuro de los medios, ha publicado un post donde analiza la revolución que está sucediendo en torno a la prensa escrita, la tantas veces ninguneada muerte de los periódicos y ahora ya desesperada búsqueda del nuevo modelo. Si entendiésemos que a partir de ahora no necesariamente periodismo y papel van de la mano, empezaríamos a comprender la situación, que por el momento está hecha más de preguntas que de respuestas. Como en toda época de revolución y cambios, no podemos ver el futuro sin antes experimentar, arriesgarnos, abrazar lo impensable.

Sin que pueda servir de excusa para que lean el post completo, les dejo unos fragmentos:

Inside the papers, the pragmatists were the ones simply looking out the window and noticing that the real world was increasingly resembling the unthinkable scenario. These people were treated as if they were barking mad. Meanwhile the people spinning visions of popular walled gardens and enthusiastic micropayment adoption, visions unsupported by reality, were regarded not as charlatans but saviors. When reality is labeled unthinkable, it creates a kind of sickness in an industry. Leadership becomes faith-based, while employees who have the temerity to suggest that what seems to be happening is in fact happening are herded into Innovation Departments, where they can be ignored en masse.

[…]

“If the old model is broken, what will work in its place?” To which the answer is: Nothing. Nothing will work. There is no general model for newspapers to replace the one the internet just broke.

[…]

That is what real revolutions are like. The old stuff gets broken faster than the new stuff is put in its place. The importance of any given experiment isn’t apparent at the moment it appears; big changes stall, small changes spread. Even the revolutionaries can’t predict what will happen.

[…]

And so it is today. When someone demands to know how we are going to replace newspapers, they are really demanding to be told that we are not living through a revolution. They are demanding to be told that old systems won’t break before new systems are in place. They are demanding to be told that ancient social bargains aren’t in peril, that core institutions will be spared, that new methods of spreading information will improve previous practice rather than upending it. They are demanding to be lied to.

There are fewer and fewer people who can convincingly tell such a lie.

[…]

I don’t know. Nobody knows. We’re collectively living through 1500, when it’s easier to see what’s broken than what will replace it. The internet turns 40 this fall. Access by the general public is less than half that age. Web use, as a normal part of life for a majority of the developed world, is less than half that age. We just got here. Even the revolutionaries can’t predict what will happen.