El oficio de periodista trae incluido de serie el mito del reportero apostado bebiendo en un bar, o el reportero de guerra. Históricamente ha sido un oficio de hombres, sobre todo por la tardía incorporación de mujeres a la universidad y al trabajo. Estudios sobre la profesión hace casi 30 años señalan porcentajes bajísimos de mujeres en puestos directivos. Los encuestados, profesionales del periodismo, decían que esto cambiaría con el tiempo, aunque los mismos investigadores advertían tras unos años que ese cambio no estaba yendo lo rápido que debería.
Hoy tenemos las redacciones repletas de mujeres (más de un 60 % según la APM) y sin embargo seguimos con porcentajes de vergüenza de mujeres directivas: los hombres ocupan las tres cuartas partes de los cargos de máxima responsabilidad gerencial y dos terceras partes de los puestos de toma de decisiones sobre contenidos. Ni entramos en la brecha salarial. Esto tiene que cambiar. En estos momentos ya no hay excusas para las mujeres en las redacciones.
Escribí sobre el tema para Agenda Pública en el dossier sobre desigualdades de género de este 8 de marzo.