Sucedía tanto que ya no lo veías. En todos los eventos tecnológicos eras de las pocas chicas que andaba por ahí. Probablemente hubieses pensado que a las otras no les interesaban estos temas. Eso, si te hubieras preguntado por qué había tan pocas mujeres. Pero enseguida te hubieras dado cuenta de que no era eso. Lo peor no era la respuesta, lo tremendo era que no alcanzabas a hacerte la pregunta.
O te invitaban a mesas de chicas, y te sentías incómoda pero no terminabas de entender por qué, te decían que deberías estar agradecida de que te invitaran. El organizador al final era un tipo majo, había pensado en ti. Escribías en tu blog sobre eso y al publicar te sentías una ingrata despreciable. Otros también lo creían porque luego te caían críticas, y eso siguió sucediendo en otros congresos, más grandes, más importantes, más conocidos, pero ya no volviste a escribir sobre ellos para no dejarlos mal.
Yo me movía en un mundo que admiraba a Silicon Valley. No era impensable cuestionarlo, es que en algunos grupos de gente si no pensabas de esa manera, si no veías las cosas como ellos, estabas fuera.
En este número de La Marea, dedicado al #MeNeither (A mí tampoco), han planteado a varios hombres notables una serie de situaciones que a las mujeres nos son terriblemente familiares. ¿Alguna vez al expresar su opinión con firmeza le han recriminado que es un mandón? ¿Ha sido acosado sexualmente? ¿Suele sentir miedo al volver a casa solo de noche? ¿Cree que alguien asocia su éxito profesional a relaciones sexuales con mujeres con poder? Cada “no” que dicen es un flash que debería abrirnos los ojos y mostrarnos en qué consisten los privilegios de ser hombre todavía hoy.
En este número me preguntan por mi experiencia en entornos tecnológicos y me meto con el Mobile World Congress, pero sólo porque es un evento donde se pueden ver muchas de estas cosas más fácilmente, y también el más mediático y que más a mano tengo. Lo que cuento ahí sucedía tantas veces y en tantos otros congresos que era mi normalidad, hasta que un día decidí dejar de preocuparme por lo que dijeran y llamar a las cosas por su nombre, aunque no fuera cool.
En este número de La Marea: Cómo ser una chica en Internet