Es inevitable. No crees en la Navidad, pero llegan estos días y no hay más remedio que cerrar el año. Y aunque te niegues a hacer un resumen con la app de Facebook, el conteo ya lo has hecho. Ya has revisado tus fotos de este año, ya has pensado en lo que aprendiste con cada viaje, con algunas personas, con algunos reencuentros. Como siempre que las cosas siguen dando vueltas en tu cabeza, necesitas escribirlo.
Tu compañera de la sección de Cultura ya te ha preguntado por los libros que más te gustaron de este año. Repasé mi lista y ví dos cosas: este año también he leído libros que han cambiado mi cabeza en algo, he disfrutado mucho leyendo y he leído más. He abierto una página en el blog donde voy poniendo lo que leo. También he regalado más libros y seguiré haciéndolo. Quiero seguir leyendo sobre puntos de vista que no comparto y temas que no conozco. Tres de los libros que disfruté mucho este año fueron: Thinking, Fast and Slow, de Daniel Kanehman; The Signal and the Noise, de Nate Silver y The Undercover Economist, de Tim Harford.
Tuviste que repasar todos los temas que cubriste este año en Tecnología para que cualquiera pueda elegirlos en la app de Lo mejor de 2014; repasaste mentalmente tus diálogos con los redactores, tus entrevistas, las llamadas y los comentarios. Este año una ley que parecía demasiado absurda para pasar, pasó, y de la forma más retorcida, entre plazos justos un verano, sin avisos a la UE, con cambios de último momento y una opinión pública que se dio con ella a fin de año. Una ley que a día de hoy alimenta incertidumbre jurídica entre empresas, abogados y editores. A ver qué pasa en 2015.
Mientras tanto también escribimos sobre de criptología y seguimos de cerca a Snowden, hablamos con Greenwald, explicamos por qué hay programación para niños, hablamos de drones, de inteligencia artificial, de luces LED y de ebooks. Gracias equipo de Diario Turing: este año no hizo falta hablar mucho para entendernos, y gracias lectores, por seguir ahí y no dejarnos pasar ni una.
La organización de tus archivos te hizo volver a revisar carpetas de fotos y de screenshots. En las capturas de pantalla revisitaste muchas de un rediseño que iba cambiando, de detalles que había que corregir, de fuentes, de logos, de cabeceras nuevas de secciones y blogs que hemos abierto, de cambios en el sistema de comentarios. Un screenshot de Skype te recordó que hablaste con Malena Pichot sobre el humor sobre los desaparecidos, la fama, el standup y los miedos. Me acordé que a veces las entrevistas que parecen fáciles pueden ser las que más te cuesten. Junto a las fotos de tus viajes aparecieron las sonrisas de quienes te esperaban. Volvió la sorpresa de encontrarte a Roma en Mérida, las historias que te contaron en Chichen Itzá, el perfume de los tacos del DF, el calorcito de unos vinos en Toro, el Mediterráneo desde Valencia, Cartagena, Alicante, Barcelona.
Tuviste que acordarte de mucha gente que ha sido parte de tu 2014. De los que vuelven del pasado, de los que no están siempre como uno quiere, pero están; de los amigos con todas las letras, para los que no existen los doble check, ni las tonterías. Brindaste y te acordaste de gente con la que compartes muchas horas todos los días y agradeciste a tenerlos en tu vida, aunque no se los hayas dicho. Recordaste que nos hemos prometido abrazarnos más. Y muchas cosas más que uno no escribe en público y no importan al resto. Yo este año recordé, viajé, compartí muchas charlas, intenté disfrutar cada día, y se me ha pasado volando un año muy dulce.
Necesitas escribirlo y una vez que está puesto en letras, por qué no publicarlo, te preguntas. Felicidades, amigos.