Aaron Swartz y el mundo que queremos construir

Si a alguien le queda alguna duda de la pérdida que sufre nuestra generación con la muerte de Aaron Swartz hoy, sólo tiene que leer cómo vivió sus 26 años. En una conferencia que dio en 2007 contó cómo había conseguido trabajar en lo que le gustaba, y en sus palabras conocemos su mente libre y brillante y su disposición para que hubiera un mejor acceso a la información. Aconsejaba ser libre, curioso, hacer muchas cosas, no detenerse.

Estaba preocupado por el maltrato que recibían las mujeres y las minorías en el entorno tecnológico, su negación por parte de hombres y blancos, y lo consideraba un problema de sistema.

Swartz, con 14 años, ayudó a desarrollar el RSS 1.0, uno de los estándares más usados en internet para difundir contenidos. Trabajó con Larry Lessig en los primeros borradores de las licencias Creative Commons. Fue uno de los fundadores de Reddit. Co-diseñó, con John Gruber, el formato Markdown, hecho para facilitar la escritura con HTML (que estoy usando al escribir este post), y creó la arquitectura para la Open Library, un proyecto que tiene como objetivo «crear una página web para cada libro que exista». Swartz también fundó DemandProgress, que movilizó a más de un millón de activistas y fue clave para detener SOPA y PIPA.

Creó un script para bajar sistemáticamente papers de JSTOR, una biblioteca digital de publicaciones académicas, y fue acusado por el MIT y por JSTOR por delitos contra el copyright. Pero aunque ellos se aseguraron de que Swartz no distribuyera este material, ”recibieron confirmación de que el contenido no fue ni iba a ser usado, copiado, transferido o distribuído”, y retiraron la denuncia, el gobierno de los Estados Unidos continuó adelante con los cargos, y arrestaron a Swartz. Aquí el escrito de acusación del caso.

Su suicidio nos golpea porque nos hace preguntarnos por otras cuestiones, más allá de las personales o la anécdota de sus depresiones. Aaron Swartz estaba bajo cargos por «crímenes» contra el copyright (sí, voy a usar comillas) desde hace dos años.

Quien diga que liberar información académica para que todos tengan acceso a ella es un crimen, es un mentiroso o un imbécil. Aaron Swartz se enfrentaba a 35 años de cárcel y a una multa de un millón de dólares, unos castigos mucho más duros que para personas que cometen asesinatos o violaciones: al nivel de crímenes de terrorismo.

Durante todo el día de hoy hubo muchas reacciones a este tema: la gran pena de Tim Berners-Lee, el obituario escrito por Cory Doctorow, el post conmovedor de su ex, Quinn Said, la reflexión de Lessig sobre la extralimitación del sistema judicial y el mensaje de su familia donde responsabilizan al fiscal de Massachussets y al MIT de contribuir a la decisión trágica de Aaron. Ya hay una petición a la Casa Blanca para que destituyan a la fiscal.

Actualización 11/1/2021: La conferencia en cuestión, que estaba embebida, ha desaparecido de Youtube. He quitado el iframe que ya no es válido. Dejo por aquí a cambio, un documental: Aaron Swartz, el hijo de internet.

Foto: peretzp

La voz de internet

Quienes estudiamos y hacemos uso de la comunicación en internet desde hace mucho tiempo tenemos incorporado un código inconsciente, una cultura de la libertad que no cuadra con el estilo formal y rebuscado de otros lenguajes, como las notas de prensa, los escritos impersonales o el tono de los relacionistas públicos.

Internet da un poder comunicativo a cada individuo en una dimensión nunca antes conocida, porque permite a todos conectarse de igual a igual, y en este espacio la comunicación no puede ser de otra forma que personal, directa, conversacional. Hay una antena que todos tenemos naturalmente para darnos cuenta si alguien nos está hablando de forma directa, de tú a tú. Parece simple, pero ha costado más de 10 años que esto sea entendido por muchas empresas y ejecutivos, relacionistas públicos y marcas, y aún así muchos parecen no terminar de encontrar la forma.

Nacida libre y abierta, Internet ha sido hasta ahora (y esperemos que lo siga siendo) un espacio lleno de la voz humana. Parte del entusiasmo con el que se participa en ella tiene relación con esto: con la gratificación que produce expresarse y escuchar a las personas auténticas que están del otro lado. Cada vez más gente participa de las redes, y las conversaciones adquieren una escala global.

El cambio que trae Internet a la comunicación y a la cultura es espectacular y ha hecho que hablemos muchas veces de revolución. La actitud reinante en la Red combina amplias dosis de humor, de inteligencia e ironía. Algo muy alejado de la superficialidad y vacuidad de las comunicaciones corporativas o de la pretendida objetividad periodística. Cuanto menos tardemos en comprender que la comunicación en Internet se halla impregnada de esa voz humana que habíamos perdido con años de marketing y gabinetes de prensa, más pronto empezaremos a disfrutar de la fiesta.

Este es un texto con el que colaboro en la página 155 del libro «80 claves sobre el futuro del periodismo«, de José Luis Orihuela.

The future of the Internet

The Internet has gone through fits and starts – in particular the dot com crash of 2000 disillusioned many – but every year we see it transform industries that previously sauntered along blissfully denying its existence. Already transformed: music, news, advertising, telecom. Being transformed: finance, commerce, TV & movies, real estate, politics & government. Soon to be transformed (among many others): healthcare, education, energy.

Predicting the future of the Internet is easy: anything it hasn’t yet dramatically transformed, it will. People, companies, investors and even countries can’t stop this transformation. The only choice you have is whether you join the side of innovation and progress or you don’t.

Chris Dixon, Predicting the future of the Internet is easy: anything it hasn’t yet dramatically transformed, it will.

David Simon: «La gente que lleva los periódicos ya no respeta su propio producto»

David Simon

La televisión generalista depende fundamentalmente de la publicidad, del número de globos oculares que ven los programas. Así que no puedes ofender a nadie ni hacer nada demasiado complicado, pues debes mantener a todo el mundo mirando, incluso a la gente que está habitualmente distraida, aburrida o que es simplemente estúpida. La necesitas, porque la publicidad necesita a 10 ó 20 millones de personas viendo el programa y los 30 segundos de anuncio. Esta era la estructura económica de la televisión hasta que llegó el cable. Y sólo entonces pudimos saltarnos estas normas al escribir. “Mire, no me importa si confundo a algunos espectadores. Si no pueden seguirlo, que se jodan”. Tú puedes decir eso ahora, contar una historia con sentido y sobrevivir.

Y esto es análogo a lo que sucede en los periódicos, aunque ellos hicieron el camino contrario. Mucho antes de Internet, empezaron a recortar su producto, a hacerlo más magro, más simple y con menos matices. Se deshicieron de los reporteros experimentados y contrataron chavales que no tenían experiencia en la ciudad. Y ahora están desesperados y no se atreven a cobrar por lo que ofrecen.

La televisión hizo lo contrario. Antes había cuatro canales y nadie pagaba por ellos, así que una vez que comprabas el televisor, toda la programación era gratis. Ahora, millones de estadounidenses pagan 40, 50, 70 ó 100 dólares al mes para tener 120 canales o más. La televisión extendió su oferta: canales completos dedicados a deportes, al tiempo, a la mujer, a las series. Ofreció más y cobró más, pasando de ser un servicio gratuito a ser un servicio de pago.

La gente me dice “Nadie nunca pagará por los periódicos, cuando puede conseguirlos gratis”. Pero es que nadie pagaría por la mierda de ahora. ¿Qué habría pasado si en lugar de que los periódicos hubieran sido vendidos y recortados, se hubieran hecho más esenciales, más viables, más sutiles? ¿Que habría pasado si no pudieras entender tu ciudad, o el mundo, sin leer el periódico por la mañana? Hicieron lo contrario. La transición de la televisión al cable es análoga a lo que podría haber pasado con los periódicos en el viaje a Internet.

(…)

Lo cierto es que la cuestión de espectador medio y de los recortes se la tomaron muy mal los periodistas de Estados Unidos. Porque se ven a sí mismos como víctimas de un asesinato, como gente que hacía su trabajo, que cubría el mundo y… “la tecnología cambió. No fue nuestro fallo, la tecnología cambió y es algo que no podemos controlar”. Gilipolleces. Esta no es la historia del que construía carrozas hasta que apareció el automóvil. No es la analogía más honesta. La verdad es que se supone que debes elaborar información precisa y de calidad sobre el mundo. Y llega Internet. El sistema de distribución cambia pero tu producto sigue siendo el mismo. Si te hubieras dedicado a hacer tu producto mejor, podrías cobrar por él en el nuevo sistema de distribución, que podría ser el centro de una fuente de ingresos. Pero en los diez años previos, destripaste tu producto porque no lo respetabas, siguiendo los consejos de Wall Street. Esto es algo que los periodistas no queremos escuchar. Preferimos pensar que fuimos asesinados, antes que cómplices de nuestro propio fracaso.

Lo dice David Simon, creador, productor y guionista de The Wire (HBO), en una estupenda entrevista. Negritas mías.

Foto: Imdb