Casi nunca me acuerdo del cumpleaños de mi blog. marilink.net es desde hace tanto tiempo algo tan cotidiano que me parece como festejar el cumpleaños de la cafetera. Es difícil definirlo: empecé a publicar en internet mucho antes en otras plataformas, en alguna página en Geocities que ya ni recuerdo, ¿cómo contar esos años de posts que no están, pero que fueron muy importantes para descubrirme todo esto?
He dado varias conferencias sobre blogs, he escrito sobre ellos, siempre me preguntan por mi blog en las entrevistas. Es porque se dan cuenta de que amo a mi blog. Abandonado por épocas, flaco, vestido con prisas pero prolijo, perfumado de vez en cuando, distante muchas veces y abierto como un pozo otras. Ruidoso conmigo cuando estuve cabreada; contenido alguna vez; con furia o sutil. Enfermero de mis obsesiones. Él me ha descubierto una vida. Él me ha conseguido trabajos soñados. Él figura en documentos legales, en demandas que he ganado. Él me ha hecho viajar a África en una expedición. Él me ha hecho volver a mis aulas en la universidad. Él me ha rodeado de personas talentosas e inmensas. Él me ha hecho la optimista cabezadura que soy, porque me ha mostrado que poquísimas cosas son imposibles, y ninguna de las que yo creía que lo eran.
Su tagline es Desde la otra orilla porque nació para ser puente virtual de geografías -para no sentirme lejos de Argentina ni de España- pero también de ideas. Muchas veces lo uso como un archivo, para guardar cosas que no quiero que se pierdan. Cuando estoy buscando y doy con posts antiguos, siento una mezcla de pudor y compasión, veo cosas que ahora escribiría de otra manera, pensamientos que he cambiado.
No sé por qué este año me acordé de su cumpleaños. Los 20 años de la web de Justin me hicieron pensar en la época en la que acababa de descubrir internet y algunos tutoriales y llenaba hojas (lápiz y papel, sí, no había editores online, o yo no los conocía) con HTML para entender cómo configurar una página mía, donde yo pudiera publicar. Qué diferente sonaba la palabra publicar entonces. También es cierto que cuando publicabas te leían 3 locos, entre ellos tu madre, y no pasaba mucho más. Nadie entendía qué emoción había en eso. Yo todavía tampoco. Y sin embargo, sigue sucediendo. Publish.