No sé si Super 8 es la película del año como dijo algún fanático por ahí, pero sin dudas es una película deliciosa, llena de la magia de un cine de los 80 y de muchos valores añadidos más. Deberían verla ya mismo.
J. J. Abrams confirma una vez más que puede hacer las mejores explosiones y escenas de tragedia (recuerden cómo abría la historia de LOST) para, en los 15 minutos siguientes, meternos en un diálogo mucho más impactante que 20 vagones de trenes volando por el aire. La película está llena de guiños a la infancia, a un tiempo donde se usaba Super 8 para filmar y la aventura era colarse en tu escuela de noche. Hay ausencia de las madres en los dos protagonistas y hay una difícil relación con dos padres, los dos casi antagónicos, pero los dos finalmente entendibles en sus dramas.
La imponente madurez actoral de Elle Fanning como reflejo de la lógica madurez de una niña de 13 al lado de los niños de su edad; la templanza de Joe Lamb (Joel Courtney), las bicicletas, la vida de pueblo, la familia numerosa y todo eso mezclado con un alien, con unos sucesos extraños de una forma tan mágica que sólo J. J. Abrams (escritor, director y productor) y Spielberg (que también es productor) podrían haber logrado.