Mucho se habla sobre la gripe aviar, pero más aún sobre la alarma que están generando los medios de comunicación. El foie gras teme la gripe mediática, titulaba El País, hablando del temor a un descenso de las ventas de carne de ave en Francia.
Hoy un virólogo argentino afirma en La Nación que las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud están equivocadas:
«El modelo de gripe aviaria no sirve, las cuentas están mal«
Lo dice el virólogo Pablo Goldschmidt
Basta con repasar las primeras planas de los diarios de todo el mundo para advertir que el virólogo argentino Pablo Goldschmidt es verdaderamente un francotirador: no sólo asegura que las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud sobre las consecuencias que podría tener una pandemia de gripe aviaria están erradas, sino que afirma lo mismo de las estrategias en estudio.
Goldschmidt hace un razonamiento sencillo: «Para desarrollar modelos y hacer estimaciones se toma como punto de partida la gripe española de 1918, pero en ese momento no existían los antibióticos, ni los respiradores, ni la cortisona… Las cuentas están mal hechas».
Graduado de farmacólogo y bioquímico en la UBA, y residente desde hace 27 años en París, el científico trabaja en el Centro de Enfermedades de Transmisión Sexual y en el Laboratorio de Diagnóstico de Virus del Centro de Oftalmología de los Quince Veinte, y es perito voluntario de las Naciones Unidas a cargo de un programa de lucha contra el tracoma (infección ocular que puede causar ceguera).
-Doctor Goldschmidt, ¿para usted el pánico que crea la gripe aviaria es exagerado?
-Tenemos que estar muy vigilantes. Pero si uno analiza lo que se dice, hay algo que no funciona. Está ocurriendo al revés de lo que pasaba con el sida. En ese momento, la gente decía: «No pasa nada», pero sí pasaba; ahora se muere una gallina y se habla todo el día de eso.
-Con una previsión de entre 50 y 500 millones de muertes, es lógico que los infectólogos y sanitaristas estén alarmados…
-De gripe aviaria hubo una centena de muertes en dos años, pero en París este invierno ya murieron 300 personas por la gripe común, porque no se habían ido a vacunar. Creo que hay que estar alertas, y que hay que vacunar a los chicos, a las enfermeras, a los que tengan más de sesenta años.
-Suponiendo que se desatara una pandemia, ¿se sabe cuánto tardaría en llegar hasta aquí?
-No. Y además, todo lo que se dijo no sirve, porque se suponía que el virus iba a llegar en el momento en que las aves migraran. Sin embargo, que está nevando todo el día, no migró ningún pájaro y aparecen animales muertos, ¿cómo puede ser? Ahí hubo un error. ¿Por qué hablamos de un gatito que se muere y no de las 300 personas que no se fueron a vacunar? No sé qué pasa realmente.
-¿Considera que hay una distorsión en la comunicación de este tema?
-Creo que hay gente que se está ganando la vida con el miedo. Hay agencias que hacen lo que se llama «gestión de crisis». Es un nuevo concepto de marketing.
-¿A qué agencias se refiere?
-A las de comunicación. Impulsan la idea de que la medicina ya no es para los enfermos, sino para los sanos. Ya no hay que estar enfermo para curarse; es la gente sana la que se trata. Estamos bajo el imperio de un delirio higienista; por ejemplo, nadie come lo que le gusta, sino lo que es sano.
-¿Qué es lo que impide el desarrollo de una vacuna contra la gripe aviaria?
-Normalmente, las vacunas se hacen en cultivos de células, pero para ésta se necesitan huevos embrionados. Se les inyecta el virus, y como el embrión se replica, se obtiene una gran cantidad de antígeno. Es decir, el embrión es una «fábrica» que se replica y replica virus. Pero el H5N1 [el de la gripe aviaria] es tan agresivo que mata a alrededor de la mitad; entonces, el rendimiento es muy bajo. También hay problemas para purificarla, por lo que puede tener efectos secundarios. Como en los Estados Unidos se les puede hacer juicio a los laboratorios por los efectos adversos, no quieren fabricarla si los gobiernos no pagan los seguros.
-Usted sostiene que es incorrecto extrapolar las consecuencias de la gripe española de 1918 a la situación actual. ¿Por qué?
-Es una trampa intelectual. Es cierto que la gripe de 1918 mató a más gente que la Primera Guerra Mundial, pero en 1918 no había macrólidos (antibióticos), cefalosporinas, amoxicilina, que tienen efecto en infecciones pulmonares. Entonces, la cuenta está mal hecha.
Nadie dice si las personas que murieron de gripe aviaria estaban vacunadas contra la gripe común o contra otros virus. En el 18 no había anticuerpos circulantes entre la población y ahora muchísima gente está vacunada. Tenemos un manejo de la neumonía que no había en ese momento; hay respiradores, ventiladores y máscaras de oxígeno que tampoco había, y la posibilidad de medir gases en sangre. También disponemos de cortisona, que puede salvar vidas.
-Pero si se desatara una pandemia, ¿alcanzarían esos recursos?
-Esa es otra cuestión. El tema es cómo se hacen las cuentas. No se puede decir que va a haber 500 millones de muertos. El modelo no sirve.
-¿Entonces qué habría que hacer? Porque la amenaza existe. Las aves se mueren…
-Depende de en qué país y en qué circunstancia. Lo primero que hay que hacer es no importar «bichos» de ningún tipo. Segundo, hay que analizar con mucha lucidez en qué se van a invertir los recursos. Hay que comprar máscaras…
-¿Y antivirales?
-Antivirales no sé. Por ahora sólo se probaron in vitro. Pero sí habría que tratar de crear un banco internacional de plasma, hacer suero de convalecientes. La Argentina tiene una experiencia muy valiosa en ese sentido, que prácticamente le permitió erradicar las muertes por mal de los rastrojos. El virus Junín se transmite por aerosoles, igual que el de la gripe aviaria, pero consume los factores de coagulación. ¿Qué hizo [el doctor Julio] Maiztegui? Se dio cuenta de que la gente podía pasarse anticuerpos. Extrajo gammaglobulina de pacientes que se salvaban y se la inyectó a los enfermos. De eso no habla nadie. ¿Por qué no hacemos una cooperación transnacional contra la gripe aviaria? Habría que contactar a los que se salvaron y obtener el plasma, purificarlo, concentrarlo, liofilizarlo…
Por Nora Bär
De la Redacción de LA NACION