Jack me dijo que había imaginado el éxito, pero no la velocidad con la que ocurrió todo. Cuando en 2008 vino por primera vez a España para pasar por el Mobile World Congress de Barcelona, Jack Dorsey aún era un desconocido, y Twitter también lo era.
En esos momentos, Twitter en español, aunque estaba creciendo, seguía pareciéndose más a un chat entre un grupo de amigos que otra cosa. No había ningún experto en redes sociales que te dijera qué hacer y si hubiera existido todos nos hubiéramos reído un buen rato. Las dudas pasaban por pronosticar si en un año el servicio seguiría existiendo.
Compartí bastante tiempo con Jack en esa ocasión y cuando volvió a España en 2009, muchas cosas habían cambiado para Twitter, que ya era la niña bonita de internet, pero Jack era el mismo: una persona tranquila, con una calma que contrastaba con la cantidad de ideas que desgranaba su charla, callado pero siempre dispuesto a charlar y a contestar todas las preguntas que le hicieras. Usuario de iPhone, minimalista, Jack adora lo simple y funcional, los diseños casi ascéticos. La concisión necesaria en la limitación de caracteres de los tweets no es algo casual: él cree firmemente en las restricciones como inspirador creativo.
Cuando recorres una ciudad con Jack entiendes inmediatamente cómo salió Twitter de esa cabeza. A Jack le encanta caminar, hacer largos recorridos por las ciudades que visita, observar, preguntar, conectar puntos.
Su visión es tan clara que resulta absolutamente inspiradora. En ese momento había imaginado cambiar la forma en la que nos comunicábamos, convirtiéndonos en una red, y lo hizo. Dos años más tarde quería cambiar el modo en que se hacen transacciones comerciales con Square, y lo está haciendo. “Twitter cambió la comunicación, Square cambiará las finanzas”, me dijo después de pedirme hacer la primera prueba de un pago en España con Square en mi iPhone. Pero es otra historia que probablemente se escribirá en un tiempo.
“Mi rol como observador y tecnólogo es mostrar lo que está sucediendo en el mundo en tiempo real y ponernos esa información al alcance inmediatamente, para que podamos cambiar nuestras vidas más rápido, con un mejor conocimiento”, dijo a Vanity Fair en una entrevista, mostrando un idealismo que parece de otra época pero que se refleja en toda su visión.
Contaba Jack que desde niño lo fascinaban los mapas y la vida urbana. Cuando su padre compró un ordenador, empezó a programar representando mapas donde pequeños puntos eran vehículos como ambulancias y coches de policía recorriendo la ciudad. “Quería jugar con la forma en que funcionaba una ciudad, así podía verla”, recuerda Jack.
Su obsesión con las ciudades, la comunicación y la programación nunca se detuvo. En 2006, mientras trabajaba para una startup llamada Odeo propuso a su jefe una idea que tenía. Jack estaba fascinado con la red de comunicación que forman los taxis en una ciudad, al ser unidades que tienen muchísima información local sobre lo que está ocurriendo, información que sólo queda dentro de esa red. Él imaginaba un servicio que pudiera hacer lo mismo pero sumando a las personas, a sus amigos, a la red de personas que cada uno quisiera formar. La principal inspiración llegó del SMS, una tecnología que él adora por su simplicidad y por lo extendida que está.
Jack propuso a Evan que crearan un servicio donde cada usuario pudiera escribir una o dos líneas sobre su status actual -o lo que quisiera- y pudiese enviarlo mediante su teléfono móvil a cualquiera que quisiera recibirlo. A Evan le gustó la idea, formó una nueva compañía y nombró CEO a Jack. Nacía Twitter.
[Este artículo es parte del ebook «Twitter: 5 años, un recorrido por la herramienta que se convirtió en plataforma», cuya publicación dirigí y que está disponible para su descarga gratuita en PDF o vía Amazon su versión para Kindle]