Invisible army

But why would she do that? Die to prove a point? Every great cause has martyrs.
Every war has suicide missions and make no mistake, this is war.
One half of the human race at war with the other.
The invisible army hovering at our elbow, tending to our homes, raising our children.
Ignored, patronised, disregarded.
Not allowed so much as a vote.
But an army nonetheless, ready to rise up in the best of causes.
To put right an injustice as old as humanity itself.
So you see, Watson, Mycroft was right.
This is a war we must lose.

— Sherlock s03e04 The abominable bride

El seguimiento del teléfono de Diana Quer reabre el debate entre seguridad y privacidad

Rueda de prensa de Diana Quer

El antiguo debate seguridad versus privacidad ha aparecido esta semana en la rueda de prensa en la que la Guardia Civil dedicó casi dos horas a explicar de manera muy detallada por qué han tardado más de un año en esclarecer el crimen y detener al presunto asesino de Diana Quer.

El coronel de la Unidad Central Operativa (UCO), Manuel Sanchez Corbí ha agradecido la estrecha colaboración de las empresas de telefonía, y ha dejado en claro la importancia que tuvo en esta investigación el análisis de los datos de geolocalización de los teléfonos móviles de víctima y sospechoso.

“Si las compañías no hubieran conservado los datos no hubiéramos resuelto el caso. Aprovecho para decir que en la Comisión Europea hay un debate para que en aras de la privacidad, las compañías no guarden los datos. Me parece perfecto. Habrá casos que no se resuelvan. Los datos hay que guardarlos”.

Lo de “me parece perfecto” iba en tono irónico. Sánchez Corbí se refería a la obligación que ha establecido el Tribunal de Justicia de la UE de modificar la regulación de retención de datos, cuya directiva europea fue derogada en 2014 y que establecía que todos los datos de comunicaciones electrónicas de todos los ciudadanos debían ser guardados por al menos un período de dos años. El Tribunal entiende que una conservación masiva de datos como esta tiene que estar motivada, o al menos ser por tiempo limitado, por lo que la retención con carácter preventivo no estaría permitida como ahora.

En España, la ley 25/2007 de 18 de octubre obliga a la conservación de los metadatos de comunicaciones móviles (entre los que se encuentran los de geolocalización) durante 12 meses y sigue vigente a pesar de la derogación de la directiva europea. En diciembre de 2016, una segunda sentencia del Tribunal europeo ratificó la anulación de la directiva de retención de datos y volvió a cuestionar las legislaciones nacionales que continúan vigentes.

La conservación masiva de datos

En la mezcla de sensibilidades que produce el esclarecimiento de este caso que ha tenido en vilo a la sociedad durante casi un año y medio, puede costar poner en perspectiva lo que implica la conservación preventiva de todo tipo de datos de la ciudadanía.

Las reformas legales previstas que cuestiona el coronel se refieren a un terreno donde se intenta proteger a nivel colectivo uno de los derechos fundamentales del ser humano: el derecho a la privacidad. Así lo establecen la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 12; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, adoptado por la Asamblea General de Naciones Unidas, artículo 17; la Directiva Europea 95/46 CE de 24 de octubre del Parlamento Europeo y la Constitución española, en el artículo 18. La historia nos ha enseñado que la vigilancia de la sociedad a nivel masivo está relacionada estrechamente con regímenes autoritarios y de control, y que este tipo de poder nunca ha resultado en el progreso de esas sociedades sino más bien todo lo contrario.

Sergio Carrasco, abogado experto en tecnología, ve sensata la resolución del Tribunal de Justicia de la UE. Consultado por Vozpópuli, dice que “el problema aquí es que estamos hablando de la conservación masiva de datos, es decir la conservación completa de datos de todas las personas y además por un período no corto, estamos hablando de dos años al menos. Conservar absolutamente todos los datos durante períodos tan grandes no se encuentra justificado”. Esto es lo que se sigue haciendo actualmente en España pero que las reformas legales de la UE no permitirán en un futuro.

Hay diferentes tipos de datos y también son diferentes las formas de conseguirlos para un investigador: no es lo mismo “pescar” en una cantidad masiva de datos obtenidas de modo preventivo (aunque sea con orden judicial), que los procedimientos habituales comprendidos por la ley en los que un juez puede ordenar un seguimiento o vigilancia de las comunicaciones de un sospechoso.

Fuentes policiales han asegurado a Vozpópuli que lo que los investigadores quieren es que los datos de la operadoras telefónicas se guarden «cuanto más tiempo mejor». Y cuando el juez y el fiscal lo crean necesario, que se pueda acceder a ellos.

«En este momento, la forma de actuar es esta: cuando se tiene una sospecha se piden los datos a las compañías telefónicas, que entonces guardan los datos. Pero en las investigaciones hay casos en el que las pistas se descubren, por ejemplo dentro de tres años, y entonces te contestan que ya no los tienen». Según las mismas fuentes, “hoy en día en la telefonía se guardan muy poco tiempo los datos, y cada vez menos por temas de privacidad. Sólo se guardan si los piden los jueces o fiscales, y si no, se destruyen. Por eso queremos que se guarden durante el mayor tiempo posible”.

Carrasco ve posible utilizar otros mecanismos para la investigación, como por ejemplo la lista de llamadas, que por temas de facturación, ya se tiene, sin que sea necesaria la retención total de los datos. “Se ha dejado caer lo del anonimato en redes sociales, ahora lo del tema de la conservación de datos, y al final lo que se quiere, haciendo referencia a casos concretos -cuya solución final al final no tiene tanto que ver con lo que proponen-, pues es crear una percepción social de la necesidad de conservar estos datos”, concluye.

Más control judicial

José Luis Escobar es un abogado valenciano que participó en la acusación en el “caso petroleras”, en el que se investigaba el pacto de precios de Repsol, Cepsa, Disa, Galp y Meroil.

Escobar está a favor de obligar a las empresas a conservar datos a modo preventivo, para cuando necesiten ser recuperados para investigaciones, como las de corrupción. En casos donde se requiere judicialmente la información de cuentas bancarias, si han pasado más de 5 años, los bancos no entregan esa información, porque no están obligados. “Es muy habitual”, dice Escobar. “Los tienen, porque sé que cuando los clientes los piden se los dan”.

Al igual que la Guardia Civil, Escobar está a favor de la conservación total de datos. ¿Qué nos diferencia como sociedad de un régimen totalmente autoritario que tiene acceso casi total a lo que piensan y dicen sus ciudadanos? “Primero, seguridad judicial; segundo, la ley, que se cumpla; y tercero, control judicial. Eso nos diferencia”, responde Escobar. Para todo ello la garantía es cómo se accede, cómo se ve ese rastro y que haya un riguroso control del poder judicial, ya que siempre habrá gente que tenga acceso a esos datos. Ese es el problema que ve Escobar: “actualmente en España nadie sabe quién tiene acceso y qué hace con esos datos, por ejemplo con Sitel, lo cual es gravísimo”.

Sitel es el sistema por el que las fuerzas de seguridad del Estado pueden acceder a contenidos y metadatos de las comunicaciones, en los casos en que la ley contempla y previa autorización judicial. Hasta ahí la teoría, porque existe la sospecha de interceptaciones previas a la autorización judicial para obtener indicios que justifiquen posteriormente la petición del “pinchazo”.

Las dudas siempre han existido: en 2009 miembros del PP acusaron a Pérez Rubalcaba, entonces ministro del Interior, de usar Sitel con fines políticos, a raíz de grabaciones relacionadas con el caso Gurtel. La falta de control judicial en parte del proceso hizo que en 2010 dos magistrados del Supremo, Manuel Marchena Gómez y José Manuel Maza Martín, cuestionaran la legalidad del sistema.

Para Escobar, está claro que con las tecnologías actuales se puede recoger y custodiar los datos, pero no se puede dejar eso a la policía, sino que todo tendría que estar bajo control judicial, “además mediante un auto y bien justificado”.

Unas garantías jurídicas que, según lo que dice, no parece que tengamos en España. “Con Sitel por ejemplo, debería haber una ley orgánica -porque el objeto es un derecho fundamental, el derecho a la intimidad, que regule quién y cómo puede ver esos datos. Pero en España esa ley no existe. Está siendo suplida mal que bien por la jurisprudencia”.

¿Hacia una sociedad orwelliana?

Han pasado unos años de las revelaciones del espionaje masivo a ciudadanos que fue denunciado por Edward Snowden y una gran mayoría ha tomado conciencia de la importancia de la privacidad de nuestros datos personales en la era de internet.

Pensadores como Daniel Solove sostienen que la privacidad promueve y alienta la autonomía moral de los ciudadanos, un requisito fundamental de una democracia. Renata Ávila es una abogada especializada en nuevas tecnologías y derechos humanos. Considera que la conservación de datos para investigaciones a posteriori “es una medida no necesaria, desproporcionada y contraria con los estándares internacionales de derechos humanos. Guardar los datos de todos y acumular dossiers de todos los ciudadanos es orwelliano. Tu gobierno, con los metadatos de tu teléfono, puede saber exactamente dónde estuviste y cuánto tiempo, por años”, grafica.

Ávila señala una tendencia al aumento de la retención de datos por motivos de seguridad. “El ejemplo más reciente es Italia donde sin mayor debate aumentaron la retención de datos a seis años, el año pasado, a pesar de oponerse no solamente grupos de derechos civiles, sino las empresas, en las que impone un costo innecesario y mayor responsabilidad de custodia”.

La falsa dicotomía que tan bien funcionó después de los atentados del 11S en Estados Unidos, seguridad versus privacidad, parece volver con cada caso sensible. Como sociedad, ¿estamos dando más importancia más importancia a la seguridad que a la privacidad? Carrasco cree que no en general pero sí en casos concretos. “Después de un acto de terrorismo o de uno tan mediático como Diana Quer, lo que piensa la sociedad es que hay que darle más importancia a la seguridad. Lo que buscan es eso, crear esa falsa dicotomía, que o estás seguro o tienes privacidad”.

Escobar observa el hecho de que haya tantas cámaras en la calle y cree que sí hay una tendencia a primar la seguridad sobre la intimidad. Advierte que solamente se pueden prescindir de estos derechos fundamentales en los estados de excepción y de sitio de la Constitución.

“Es un tema muy serio. Yo sí que me alarmo cuando oigo que Estados Unidos ha estado espiando a Merkel y también a Rajoy. Eso ya es un casus belli. Sin embargo Rajoy no dijo nada. Dijo: no tengo nada que ocultar, pero no es eso. Es que lo tuyo es tuyo y los demás no pueden entrar a menos que tú lo autorices. Y siendo un presidente de gobierno, tu interés es el de todos”.

Recuerda que le causó alarma que eso no fuera objeto de escándalo nacional a nivel jurídico. “Pareció que como los EEUU tienen capacidad para hacerlo, es normal. Pues no, no es normal, es un hecho delictivo”, subraya.

Este artículo se publicó originalmente en Vozpópuli el 3/1/2018

Libros que leí en 2017

Las chicas, Emma Cline

Fierce attachments, a memoir. Vivian Gornick

El periodismo es un cuento, Manuel Rivas

The year of magical thinking, Joan Didion

La vida de un periodista. Ben Bradlee

You just don’t understand. Women and men in conversation. Deborah Tannen

Everyday sexism. Laura Bates

Boomerang. The Meltdown Tour. Michael Lewis

Quién quiere ser madre. Silvia Nanclares

Secrets and lies. Digital Security in a Networked World. Bruce Schneier

La guerra contra las mujeres. Rita Laura Segato

Poesía completa. Paul Auster

Capital erótico, Catherine Hakim

Obras completas, Oliverio Girondo

Wonder Woman, el feminismo como superpoder, Elisa McCausland

Cada mesa, un Vietnam; Enric González (editor)

20 poemas para ser leídos en el tranvía, Calcomanías, Oliverio Girondo

El violento oficio de escribir, Rodolfo Walsh

Poesía completa, Paul Auster

Fortunas del feminismo, Nancy Fraser

Fariña, Nacho Carretero

Los amores difíciles, Ítalo Calvino

Vigilar y castigar, Michel Foucault

La noche de la pistola, David Carr

The Power, Naomi Alderman

Los cínicos no sirven para este oficio, Ryszard Kapuscinsky

Mujeres tenían que ser. Felipe Pigna

El amante, Marguerite Duras

Manual para mujeres de la limpieza, Lucia Berlin

Cerca del corazón salvaje, Clarice Lispector

La sociedad que seremos. Belén Barreiro

Los hombres me explican cosas, Rebecca Solnit

La reinvención del New York Times, Ismael Nafría

10 ingobernables. Historias de transgresión y rebeldía. June Fernández

El género en disputa, Judith Butler

La España vacía, Sergio del Molino

La dominación masculina, Pierre Bordieu

Profesionales del periodismo. Hombres y mujeres en los medios de comunicación.  Marisa García de Cortázar, María Antonia García de León.

Lean in, Sheryl Sandberg

Feminismo para principiantes, Núria Varela

Género y comunicación. Juan F. Plaza

Sapiens, de animales a dioses. Yuval Noah Harari

Una historia personal, de Katharine Meyer Graham

Chaos Monkeys: Obscene Fortune and Random Failure in Silicon Valley,  de Antonio Garcia Martinez

A sangre y fuego, por Manuel Chaves Nogales

Sin noticias de Gurb, Eduardo Mendoza

La guerra de las salamandras, Karel Capek

Teoría King Kong, por Virginie Despentes

La mujer loca, por Juan José Millás

Public Opinion, por Walter Lippmann

Habibi, por Craig Thompson

Blankets, por Craig Thompson

El ojo desnudo, de Antonio Martínez Ron

Feminist Fight Club, de Jessica Bennett

Patria, de Fernando Aramburu

El mundo deslumbrante, por Siri Hustvedt

Otros libros leídos en años anteriores se pueden ver en mi Goodreads

El Gobierno de Trump se dispone a acabar con la neutralidad de la red

Donald Trump vs. la neutralidad de la red

No es retórico decir que esta tarde puede empezar el fin de la internet que conocemos. Uno de sus principales fundamentos puede acabar hoy, el día en que la Comisión Federal de Comunicaciones presenta en el Congreso su informe para terminar con las leyes de la neutralidad de la red, y dibujar un nuevo escenario donde operadores, gigantes tecnológicos, medios, proveedores de contenidos y usuarios tendrán que establecer nuevas relaciones con reglas de juego diferentes.

Ajit Pai, exabogado de Verizon que ha sido elegido por Donald Trump para dirigir la Comisión, quiere eliminar la normativa actual. Obama, con los Demócratas controlando la FCC, logró en 2015 aprobar las leyes de la neutralidad de la red y definió el acceso a la banda ancha como un servicio público, al igual que la electricidad y el teléfono.

Esto significa garantizar que todo el tráfico sea tratado por igual, y dar acceso a comunicaciones, información, cultura y oportunidades económicas para todos, al prohibir a los operadores bloquear o ralentizar el acceso a sitios web particulares. Operadores de banda ancha y telefonía como Comcast y AT&T se han opuesto a considerar internet un servicio público alegando que significa una intromisión del Estado y menos incentivos para mejorar el servicio.

La preocupación por la posibilidad de que operadores puedan bloquear el tráfico lleva varios años de batalla por parte de los usuarios de internet y asociaciones de consumidores, ya que esta práctica suele suponer abrir una puerta para la llamada internet de dos velocidades, en la que los participantes pequeños, medios o startups, se quedan fuera de las autopistas de pago, que estarán reservadas a los gigantes tecnológicos.

Ya hubo casos en los que los operadores han intentado o logrado intervenir en el tráfico de la red en su favor. Por ejemplo en 2007, la Associated Press reveló que Comcast estaba bloqueando o ralentizando el compartir archivos. AT&T bloqueó Skype y otros servicios para hacer llamadas por internet en el iPhone hasta 2009.

Saltarse la neutralidad también supondrá que cualquier operador del mundo pueda ofrecer paquetes con ofertas de zero-rating. Esta práctica, también conocida como tasa cero, significa que ciertos contenidos de internet se entregan al usuarios final a un costo considerablemente reducido o de forma gratuita, como la polémica oferta que Vodafone presentó hace unos meses. Vendida como algo beneficioso para el consumidor final, en realidad implica una discriminación hacia los medios o compañías más pequeñas proveedoras de contenidos en la red. Una oferta anterior similar de la misma operadora había sido denunciada por Xnet, que se encuentra esperando respuesta del Ministerio de Industria, Turismo y Agenda Digital.

La intención de la administración Trump de desarticular las leyes de la neutralidad de Obama se conocía desde marzo de este año, y en abril Pai ya había propuesto limitar el concepto amplio de la neutralidad de la red. Sin embargo ha sido hace unas semanas en la carrera hacia la votación en el Congreso cuando activistas y usuarios se han levantado en múltiples protestas contra el hombre de Trump en la FCC.

Los tres miembros republicanos de la FCC, incluyendo a Pai, han dicho que votarán por la propuesta para dejar sin efecto las leyes de la neutralidad, que prohíben a los proveedores de servicios de internet bloquear o cobrar más a los sitios web por un mejor acceso de sus usuarios. También dejaría sin efecto la consideración de internet como un servicio público. El voto de los tres ganaría al de los dos comisarios (demócratas) restantes.

En los últimos días, la FCC ha recibido una marea de 22 millones de comentarios de los ciudadanos a la propuesta, según el Registro Federal, el diario oficial del Gobierno. Según programas que han analizado el contenido, un 98% de los comentarios manifiestan su rechazo a la propuesta de Pai.

La masividad de envíos y el posible uso de tecnologías para duplicarlos (spambots) o incluso provocar envíos “fake” han hecho que un miembro de la FCC, miembros del Congreso y fiscales generales del Estado pidan que la votación se aplace hasta que los comentarios puedan ser analizados. Pai ha declarado que no pretende hacerlo.

Este artículo se publicó originalmente el 14/12/2017 en Vozpópuli

Foto: Gage Skidmore, CC BY-SA 2.0 https://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.0, via Wikimedia Commons

Marenostrum 4: El superordenador español encerrado en una capilla amplía su capacidad

Marenostrum 4: El superordenador español encerrado en una capilla

El conserje pide disculpas porque en la capilla hay un solo baño. “Al final del pasillo”, señala. Lo que no dice es que al atravesar ese pasillo nos encontraremos de repente con una galería de ordenadores antiguos, como inmensos muebles. Uno tras otro hablan calladamente de los pasos de gigante que ha dado la computación en estos últimos años: el teléfono que llevo en el bolsillo tiene hoy una capacidad de procesamiento equivalente a varios de estos superordenadores, que eran los más potentes hace 20 años.

Estoy en el Centro Nacional de Supercomputación de Barcelona (BSC por sus siglas en inglés), dentro del edificio que alberga el Marenostrum 4. Este es el supercomputador más potente de España, uno de los más poderosos de Europa, y está íntegramente destinado a la generación de conocimiento científico. Es conocido porque además de inteligente, es bello: se encuentra colocado en una urna de cristal dentro de una capilla, donde la austeridad de la piedra contrasta con los cables y los racks.

Al entrar, el cubo de cristal resplandece en la penumbra de la capilla y deja ver los 48 racks (o torres de máquinas) alineados en su interior, llenos de lucecitas titilantes. Dentro de ellos hay más de 3.400 nodos equipados con chips Intel Xeon y una memoria central de 390 Terabytes. Debajo del suelo se ven las tuberías de la refrigeración y los gruesos manojos de cables de la fibra óptica. Desde arriba entra la luz filtrada por los vitrales de la capilla.

El juego entre historia y futuro ha fascinado a muchos y es desde luego uno de los principales reclamos para dar a conocer la ciencia al gran público. Justamente en estos días está participando en un concurso para ser elegido “el centro de datos más bonito del mundo”.

Cualquier persona puede pedir una visita guiada y ya han desfilado por allí mas de 50.000 visitantes, “muchos de ellos sin bautizar”, bromea Mateo Valero, su director. Uno de ellos es Dan Brown, el autor de El Código Da Vinci, quien hace unos años al pasar por el BSC pensó que esto merecía un libro y ha terminado metiendo en su última novela, Origen, al Marenostrum, a la capilla y al mismo Valero como personaje.

Mateo Valero, doctor y profesor, fue el primer catedrático en informática en España. Es director del BSC

En junio de este año se ha desmantelado el anterior, el Marenostrum 3, instalado entre 2012 y 2013, para montar el Marenostrum 4, que ha costado 34 millones de euros y ya está en funcionamiento. Tiene una potencia pico de más de 11,1 Petaflop por segundo, lo que quiere decir que realiza más de 11.100 billones de operaciones por segundo, diez veces más que el Marenostrum 3. En computación, los FLOPS (floating point operations per second, operaciones de coma flotante por segundo, traducido del inglés) son una medida del rendimiento de una computadora, especialmente en cálculos científicos. Una forma de hacer entrar estos números en nuestra cabeza es pensar que un supercomputador es capaz de hacer en una hora lo que un ordenador común necesitaría años para procesar.

El reto no sólo es aumentar en velocidad sino también en tener una mayor eficiencia energética. Con esa potencia diez veces mayor este año por parte del Marenostrum 4, su consumo de electricidad sólo aumenta un 30 %, es decir que gasta 1,3 megavatios-hora al año.

El Marenostrum 4 es el tercer computador más rápido de Europa y el decimotercero del mundo, según el ranking Top500, que es una lista que se basa en la rapidez de los superordenadores para ejecutar un programa llamado linpack. El primero en la lista es un chino, el Sunway TaihuLight, que tiene más de 10 millones de procesadores y gasta unos 20 megavatios-hora al año, unos 20 millones de factura de electricidad. Cincuenta máquinas como la china se comerían toda la electricidad nuclear que produce una central como Vandellós.

Ranking de supercomputadores mundiales

Como en todos los rankings, aquí también parece haber un gran componente de ego y hype. “Nosotros, con el dinero que nos ha dado el ministerio, podríamos haber sido terceros en esa lista si hubiéramos querido”, afirma Valero. Explica que pueden ponerse aceleradores específicos para que esta prueba salga bien, “pero al día siguiente muy pocas personas podrían usarlo, y lo que hay que tener es una máquina a la que los investigadores le saquen provecho”. Sergio Girona, director de operaciones, explica la diferencia entre pico -aquellos 13,7 Petaflop por segundo- y rendimiento con una imagen: “El pico es cuánto puede correr mi Ferrari; el rendimiento es cuánto corre pilotada por un piloto experto”.

Proyectos de investigación de toda Europa concursan para obtener horas de procesador y son evaluados en función de su calidad por comités ajenos al BSC, consorcio público participado por el Ministerio de Economía (60%), la Generalitat de Catalunya (30%) y la Universidad Politécnica de Cataluña (10%).

Lo normal es que la máquina esté al total de ocupación por parte de la comunidad científica. La distribución es de 80 % para proyectos europeos de la red de computación más avanzada de Europa (Partnership for Advancing Computing in Europe, PRACE), 16 % para científicos españoles de la Red Española de Supercomputación y un 4 % que se reservan para investigadores del BSC. El tiempo de procesador que se otorga es gratuito y está garantizado, aunque también confiesan hacer overbooking para aprovechar imprevistos.

Para qué sirve un supercomputador

Mucha de los avances en torno a la Inteligencia Artificial actual son resultado de teorías que se conocían hace tiempo pero no podían ser aplicadas por falta de poder de cálculo. Toda esta potencia computacional es necesaria para crear modelos, ejecutar simulaciones complejas y tratar grandes cantidades de información de estudios científicos. “Siempre que aparece un nuevo instrumento, como telescopios, microscopios, los aceleradores de partículas o las plataformas de secuenciación de genomas, por ejemplo, la ciencia o la ingeniería que usan ese instrumento avanzan”, dice Valero.

La comparación de la teoría con lo que se mide es fundamental para el avance de la ciencia, y en eso los computadores son la última pieza evolutiva del paradigma de la investigación. La simulación de modelos numéricos y el análisis de datos ha ayudado a reducir costos, evitar sufrimiento y hacer experimentos que no podrían realizarse en el mundo real por ser demasiado caros, demasiado peligrosos o simplemente imposibles.

Uno de los 3.400 nodos con dos CPUs y 48 núcleos que tiene el superprocesador

Marenostrum ha colaborado con más de 16 millones de horas de procesador a la detección de ondas gravitacionales, con datos procedentes de los interferómetros LIGO. También trabaja con proyectos de ADN, y es capaz de detectar genes alterados en el genoma de la célula cancerosa, información que puede servir para trabajar en tratamientos de medicina personalizada. Otro de sus proyectos en marcha es el de estudiar el cambio climático. “En este campo, la previsión es la única herramienta que tenemos para intentar predecir algo”, dice Valero. ú

Contra el cambio climático

Estas máquinas de computación son complejas y también lo son los modelos que se construyen para analizar los datos. Por esto gran parte del éxito del BSC está en la colaboración entre científicos -que tienen el conocimiento en clima, en meteorología, en composición atmosférica-, con ingenieros informáticos.

Kim Serradell es uno de ellos, es responsable de Ciencias de la Tierra en el BSC, y lo primero que me dice es que no se va a meter a opinar si hay cambio climático, que él sólo dará datos. En su equipo trabajan con la predicción climática y aunque son especialistas en el medio plazo, también tienen modelos para predecir qué pasará en una escala de centenares de años.

El equipo de composición atmosférica investiga lo que está pasando en la atmósfera con todos los contaminantes que generamos en ciudades y con modelos de dispersión de polvo en suspensión, como el que se distribuye y llega desde el Sahara. En el BSC son responsables de la previsión de partículas en el aire hasta 48 horas antes para ciudades como Madrid o Barcelona, que han permitido a los ayuntamientos tomar medidas para bajar esos niveles. Este mismo sistema, que se llama Caliope, ha sido implantado en México, y está siendo aplicado en un índice de calidad del aire que se muestra en apps para Android y iOS.

Sin una máquina como el Marenostrum no se podría modelizar el clima. Además de trabajar en todas las escalas temporales, se necesita validar los modelos, analizar los datos de millones de sensores que tienen en todo el mundo, y hacerlo en un plazo razonable de tiempo.

Modelo para la predicción climática

Para el estudio del cambio climático se utiliza un modelo llamado EC-EARTH conjuntamente con 15 instituciones en Europa. En un modelo climático es importante ver qué pasa con la atmósfera (capa gris) pero también es necesario usar información de lo que pasa en los océanos y en los polos, con el hielo. Cuando estos tres modelos están corriendo a la vez, usan un acoplador. “Os lo podéis imaginar como un camarero que va distribuyendo los datos y va pasando la temperatura del océano a la atmósfera, y de la misma forma, los vientos los pasan al océano”.

Lo que describe Serradell son tres sistemas complejos de correr, ya que cada uno está programado de manera distinta. Además, el gran reto para poder obtener mejores resultados es reducir el tamaño de los cuadrados en esa rejilla: si tenemos cuadrados de menos de 10 km podremos ver más procesos -por ejemplo las perturbaciones en la dinámica de corrientes en el mar. Más detalle a costa de más recursos computacionales.

Para esto sirven los superordenadores como el Marenostrum, cuya arquitectura computacional le ha valido el título de “el más diverso e interesante del mundo”, según expertos internacionales. Quizás dentro de unas semanas también pueda ganar el concurso de belleza, si los chinos se olvidan de votar al suyo.

Este artículo fue publicado originalmente en Vozpópuli el 13/11/2017 [Archivo] BSC

Buscar la verdad, contar la verdad

En los medios nos hemos olvidado del objetivo de buscar la verdad. A veces escribimos para nuestros jefes, a veces para nuestra burbuja de seguidores de Twitter, a veces incluso escribimos para los lectores del medio en que escribimos. Pero no muchas veces nos atrevemos a dudar de nuestros sesgos.

Tengo la suerte de conocer a varios periodistas que llevan el oficio dentro. Los leo porque sé que los likes les dan igual, que ellos publicarán lo que sea necesario. Pero no es la mayoría. La verdad ya no es un objetivo para la mayoría. Contar los hechos es algo que hacemos, algunos por convencimiento íntimo, otros por costumbre, otros incluso por objetivo comercial: “hay que ser creíbles para construir una marca”.

Internet, el medio digital, nos enamoró desde el principio porque vimos allí en su anarquía, un espacio de libertad y de debate. Nos echamos a sus brazos y nos dejamos llevar por la impulsividad de las redes, por el avasallamiento de los likes, porque creímos que la verdad triunfaría sola, que todo era más transparente y que podríamos hacer un periodismo nuevo partiendo desde cero.

Pero ese espacio de libertad y debate tiene que ser protegido. Allí todo va muy rápido, y como hemos aprendido, también la mentira, también la manipulación, también el ansia de conseguir un par más de clicks y luego rectificaré.

Y los periodistas trabajamos con las prisas. Es más fácil coger una declaración, tira por ahí, hago una llamadita, y monto la URL. Pero hoy en nuestra sociedad hay temas que exigen que nos leamos un par de libros, que hablemos con expertos, que nos enfrentemos a nuestros sesgos y debatamos antes de publicar.

Todos estos matices y puntos de vista necesitan ser negociados, debatidos y defendidos dentro de una redacción. Si no tenemos redacciones donde todos seamos escuchados, si creemos que una redacción es sólo una empresa donde uno va, hace lo suyo y no se moja ni se implica, nos perdemos la ocasión del debate, la ocasión de cambiar lo que estaba mal.

Y cuando digo escuchar a todos, también me refiero a dejar trabajar a todos, a dar más poder de decisión a los periodistas.

¿Cuántas mujeres hay en las redacciones? ¿Y cuántas mujeres están tomando decisiones a alto nivel en esas redacciones?

Quizás la verdadera innovación no es sacar unos gráficos con una nueva herramienta. Quizás la innovación verdadera sea empezar a poner a más mujeres en puestos de mando, cambiar la forma de trabajar, abrir los despachos, escuchar más a nuestros lectores.

Como directivos tenemos que delegar más, confiar más en nuestros periodistas. Como periodistas tenemos que hacernos responsables de contar la verdad. Como primer objetivo. No podemos ser cómodos. No es un oficio para cómodos.

 

Estos son algunos apuntes que preparé para la charla que tuvimos en la I Jornada de Periodismo Responsable, Innovación y Libertad de la Información, organizada por la PDLI, ayer en Madrid, donde firmamos con otros medios el Decálogo para un periodismo responsable. La charla completa puede verse en este vídeo: 

 

Japón, día uno

01/08/2017

Día 1: Años luz

Resumen del primer día, si no me quedo dormida sobre el teclado. He estado todo el día con la cabeza  absorbiendo imágenes, impresiones, preguntas, demasiadas preguntas. Esas mismas ideas han cambiado durante estas primeras 24 horas, y esas mismas preguntas han encontrado respuestas. Algunas.

Todo me pasa rápido en Tokio. A la vez hay una serenidad paradójica, evidente y curiosa. Es una ciudad multitudinaria en la que uno puede encontrarse rápidamente en un lugar donde encuentra paz: el sendero solitario de un parque, una mesa en un hueco de un restaurante en la decimoquinta planta de un rascacielos, una esquina donde uno se queda mirando una bicicleta aparcada.

Llegar a Tokio no es fácil, es de las primeras cosas que pienso. El primer vuelo fue Madrid-Dubai, duró 7.25 horas y al llegar a Dubai la conexión en el aeropuerto tenía un layover de 8 horas. Con lo que una llega al siguiente avión con la espalda dolorida y unas ojeras de boxeador que hacen que 8 horas más tarde el chofer del transfer del hotel nos pregunte cuántas horas llevamos de viaje en un inglés non existente.

Mis frases de oro para este viaje, además de los saludos formales y el arigató-gozaimas, eran: “watashi no namae wa Marilin des” (mi nombre es Marilin), “o-namae wa desu ka?” (¿cuál es su nombre?) y “watashi ha arenzunshin jin des” (soy argentina). La elección de la última fue porque a igualdad de condiciones, es mejor elegir la nacionalidad más lejana y exótica para impresionar, según me dijo mi hermano, y pareció buen consejo, no me dirán que no. Pues bien, no estudié más frases porque pensaba que la gente hablaría inglés. Sabía que pocos lo hablaban. Pero lo que no sabía es que los que “lo hablan” no lo hablan. Se han aprendido las frases de memoria como yo. Entonces empezamos diciendo estas frases, y luego ya seguimos con palabras sueltas en inglés, o en nuestro idioma, y terminamos en un vacío comunicacional para los que los gestos no alcanzan. Lost in translation indeed. 

He pensado mucho en esto en Tokio. Qué fuertemente dependientes somos del lenguaje. De lo visual. De los símbolos. Creo que el atractivo de Tokio pasa mucho por ahí, por sentirse perdido de verdad, por desconectar, por saber relajarse cuando no hay nada de lo que agarrarse. En mi caso ha sido así. En algún momento incluso me he arrepentido de haber contratado el pocket wifi (el router wifi móvil), he desactivado todas las notificaciones y he pasado bastante de mirar el móvil. La sensación de perderse en las calles de Tokio es perderse de verdad, y hay algo muy liberador en eso.

Le pedí al chófer sentarme adelante y el letargo del vuelo desapareció en un click. Desde que puse un pie en Tokio mi estado es de alerta permanente, no quiero perderme nada. Luego pienso en lo que me dijo Ernest, que ha estado aquí: piensa desde el principio que da igual cuántos días vayas a Tokio, no vas a verlo -no ya todo- sino un pequeño porcentaje de lo que quieras ver, lo mejor es dejarse llevar por las calles y disfrutar. Y nunca vuelvas al mismo sitio, hay demasiado en Tokio para tener que repetir. Cada vez que hacía una foto el chófer me miraba. Yo había hecho una foto a una esquina, donde había unas autovías a tres niveles, unas máquinas expendedoras en plena calle, unas bicis sueltas sin atar. ¿No hay de esto en Argentina?, pregunta el chófer con gestos. Y yo no me he aprendido la frase: “Es que vivo en Madrid, y no, tampoco es nada parecido a esto” en japonés.

En cuanto llegué al hotel noté lo que siempre me pasa cuando estoy muy cansada. No puedo formular una pregunta simple, ya no en inglés sino en cualquier idioma. Por lo tanto hice la mínima cantidad de preguntas idiotas al de la recepción y me dí una ducha y me acosté. Puse el despertador a las 9 intentando dormir al menos 6 horas, porque ya eran las 3. Pero a las 5.47 me despertó la luz (¿a qué hora amanece en esta ciudad?). Abrí la ventana y me quedé con la boca abierta al ver el parque Shinjuku Suo Park, que está enfrente a mi habitación y detrás, como un oportuno ejemplo del escenario de Godzilla, el impresionante edificio del gobierno metropolitano. Abrí la ventana y oí un chirrido ininterrumpido intenso que venía del parque. Cuando bajé lo oí aún más fuerte al pasar al lado, saqué el móvil y lo grabé. Luego durante el día, andando por el parque en Harajuku, me dí cuenta de que son insectos, chicharras o lo que sea, que hacen ese ruido intenso. Por la noche se habían callado.

Voy a dejar un resumen de los sitios donde he ido hoy, porque no llegaré a escribirlo todo, y no quiero estar aquí hasta el amanecer.

– Despertar otra vez a las 10.39 am sin poder pensar.

– En estado dormida: buscar restaurante, no encontrar y decidir salir y ver, ir a la oficina de información turística, vagar por las calles del edificio de Gobierno, perdida hasta encontrar la entrada. Buscar los pases de JR Pass y del metro. Comer un sushi de cinta, pensando todo el rato que no estoy usando bien los palillos y todos me miran por eso. Despertarme un poco y llegar a la estación de Shinjuku.

– Nadie habla una gota de inglés, pero todos son muy amables. Gestos como los indios (la india soy yo, claro).

– Me llama la atención: que la mayoría de las bicicletas que veo aparcadas en la calle no están atadas. Creo que he visto una o dos atadas, el resto sólo con la patita (!)

– Me llama la atención #2: Cómo puede estar todo tan limpio y no he visto a una sola persona limpiando las calles. Tampoco hay papeleras.

– Me llama la atención #3: Hay gente durmiendo en la calle (poca), y tienen todas sus cosas, sus cartones igual de ordenados que todo lo que hay aquí. Todos.

– Me llama la atención #4: Los taxis son todos de diferentes colores. Me hace pensar cuánto nos despierta la curiosidad un viaje, ya que empiezo a preguntarme: ¿el ayuntamiento dará licencias a diferentes empresas? ¿Cuántas serán? ¿Cómo organizan eso? ¿Cómo compiten entre sí?

– La seguridad que hay en las calles es impresionante, simplemente se siente. No he visto casi policía. La gente va con las billeteras al aire, en los bolsillos traseros, deja el móvil en la mesa y el bolso en la silla sin mirarlo casi, incluso en lugares turísticos. Es difícil no acostumbrarse a esto y me doy cuenta que cuando los japoneses van a Europa o a Argentina no son despistados, es que no están acostumbrados a esa barbarie.

– Tanta multitud que no se siente como multitud: me hace pensar que están a años luz. Somos tan diferentes. En todo el día nadie me ha chocado, nadie me ha atropellado (suele suceder en Madrid). Sólo un chico me tocó, porque tenía el brazo extendido y yo lo adelanté, y enseguida me pidió perdón de diez maneras distintas. Años luz.

– Las matrículas de los coches tienen muy pocos números. No lo entiendo.

– Me paso horas mirando las góndolas en los FamilyMart y los 7/eleven: helados, cafés en latas, chocolates, Kitkat de wasabi. No puedo probar todo lo que quisiera. Y el 80% de las cosas es difícil saber qué son. Es como no saber leer, pienso que es como ser niños antes de los 4 años. Compro un yogur porque veo que una chica lo compra y un café.

– Veo unas zapatillas Nike a 4952 yenes de rebajas. Volveré.

– Harajuku: Voy a la oficina de turismo, mientras espero algo me preguntan si quiero rellenar una encuesta, va sobre la prohibición de fumar en algunos sitios en Japón (entre ellos en la calle). Contesto todo diciendo que me parece muy bien y pienso que tendrían que prohibirlo del todo. Me dan a elegir un regalo entre los que hay gafas de colores y souvenirs. Pregunto qué es una cosa que parece un boli y me dicen “air freshener”, me lo llevo. Después de averiguar cómo ir hasta el santuario que hay aquí, me preguntan qué me gustaría ver y no sé muy bien qué contestar. La chica me pregunta si me gustan los animales y me explica que allí hay cafés de animales, pero que como se llenan tanto hay que hacer reservas. Me ofrece hacer una donde quiera y un descuento en la entrada (¿hay que pagar entrada para un café?). No me convence estar pendiente de la hora y le digo que no gracias, que prefiero pasear sin horario. Me recomienda las calles donde pasear: una que es la típica y la principal, y otra, según ella “very nice and more western-like”. Pienso que he venido hasta aquí a ver Japón, y me prometo no pisar esa calle.

– Llueve. Entro a un FamilyMart y compro un paraguas precioso, resistente y además superbarato (1000 yenes, unos 8 euros). Salgo y en 200m veo unos 6 más bonitos y a mitad de precio. Enjoy the moment and don’t look back.

– Templo Meiji. Silencio y paz. Animales. Pájaros. Lluvia. Volver a la ciudad. Volver al metro. Llueve despacito. Veo varias chicas vestidas de geishas en la ciudad, pero es difícil hacerles fotos. Cuando veo dos entrando al templo y haciéndose ellas una foto me lanzo. Una me ve pero ya estoy cruzando el puente, huyendo de allí.

– Shibuya y su central crossing. He estado tomando un café en el Starbucks enfrente una hora sólo para mirar 200 veces a tanta gente cruzando la calle a la vez en tantas direcciones. Es precioso.

– Tienda que vende electrónica: veo un reloj Casio de los que se usaban en los 80 de 8 euros, y el objetivo 50mm 1.4 para Canon a 340 euros. No compro nada.

– Mi búsqueda más frecuente en estas 24hs: time in Tokyo now / time in Madrid now. 

– El hotel mola todo. Tiene un aire retro y minimalista a la vez. Tiene hilo musical. Te dan unas sandalias zen para la habitación y una bata abotonada. Te puedes hacer té en tu habitación. Y el inodoro japonés electrónico… capítulo aparte. Años luz.

Son las 2 am. Tengo que cortar aquí y tratar de dormir. Intentar dormir en Tokio, eso es otro capítulo aparte.

2:11am: ¡Acaba de temblar! Todo se movía en la habitación, y se oían crujidos. Con el corazón a mil he salido al pasillo pero ya no temblaba. Y todo el hotel dormía. He llamado a recepción y me han dicho que es usual. Le explico que fueron varios segundos y me dice que sí pero que es “weak”. Que no tengo que hacer nada, que si eso ya me avisan. Bu. Ahora quién se duerme.

Tokio día 2

 

***
Estoy en Madrid otra vez, 9 días después, y encuentro este diario inconcluso de viaje. Lo de arriba no era un cliffhanger. Así había quedado mi escrito, porque el día 2 Japón me absorbió. O yo decidí que ya escribiría más adelante.

He pensado no publicar nada. Al final gran parte del placer de viajar es la sorpresa. ¿A quién le interesa que le arruinen la experiencia con un texto como este? Luego pensé que podría guardar las recomendaciones todas juntas en un post para que le pueda servir a los que están por ir a Japón, así como me vino bien a mí haber leído ese tipo de posts y recomendaciones (gracias Matallo, Aurelio, Japonismo, Antonio, Jorge, Teresa, Victoriano). Y ahora pienso que quizás lo haga. Pero será otro post.

Notas posteriores:

– Con los días al final también opté por empezar a hacer fotos en las góndolas a las cosas que no podré probar.

– Nunca volví a por aquellas Nike, ni volví a ver esos Casio. En Akihabara entré en una tienda de cámaras usadas y conseguí un objetivo de 50mm como el que había visto, pero usado y a mitad de precio. No he comprado mucho más. La ropa es de las pocas cosas que me parecieron exageradamente caras.

– Volvió a temblar, la noche siguiente (varios segundos también, largo) y la posterior. En Twitter leí que los dos primeros habían sido de 5 y algo puntos, localizados más al norte. En la última noche lo único que pensé fue “que no vuelva temblar que tengo que dormir para levantarme pronto mañana”, y seguí durmiendo. El ser humano es a la vez terriblemente susceptible y adaptable a todo.